LA MUERTE DE UN ESCRITOR: NOAH GORDON (1926 – 2021)

Ayer falleció Noah Gordon, uno de los escritores más interesantes y conocidos de la novela reciente norteamericana. Un autor que aterrizó en mi vida hace unos años, y que leí con gusto y agrado.

Su muerte deja en mi vida varias reflexiones que hoy quiero compartir en esta bitácora.

Descubrí a Noah Gordon cuando muchos ya hablaban de él, lo cual no es un mérito mío, sino un éxito suyo.

En aquella época se había convertido en el escritor de moda del momento junto con Ken Follet, el otro “gran vendedor” de libros americanos en Europa; y Stephen King el mejor narrador de terror del siglo XX, y de momento del siglo XXI. También un superventas.

Los tres han marcado la novela reciente norteamericana con un extraordinario éxito de público, y un reconocimiento, primero timorato de la crítica, y luego abrumador por interés y efecto pigmalión. La conversión de la crítica no es extraña. La suelen compartir con las editoriales y los sabios que pontifican, que siempre consiste en ensalzar a los olvidados cuando no tiene más remedio.

Eso hace que estos autores, incluido Noah Gordon, no sean poseedores de los más apreciables premios internacionales. Gozan a cambio del beneplácito del público, lo que cual es siempre un premio mayor, pues esto hará que perduren en el tiempo, y que sus obras sean bien recordadas, reconocidas, e incluso pasen a la historia de la literatura, para escarnio de sus detractores.

Pienso en España, pues para eso vivo aquí. Si hubiera participado en el premio Planeta, se lo hubieran dado. A cualquiera de los tres, pues no hay nada que más guste a los del Planeta que dar galardones al que ya corre como un caballo ganador. Pero ese es otro tema, y no me quiero desviar.

Decía que descubrí a Gordon y me gustó. Lo leí justo después de “Los pilares de la tierra” la gran novela de Follet, y la impresión que me produjo Noah Gordon es que escribía mejor, con más gusto, semántica y vocabulario. Me pareció mejor literatura, además de ser entretenido y agradable. Un buen escritor.

Gordon construye muy bien sus novelas, las levanta con corrección. Mantiene el equilibrio y el interés que encanta a los editores. Buenos personajes, historias bien diseñadas, y golpes de efecto de cuando en cuando para que todo funcione. Los lectores se enganchan y tenemos más ventas aseguradas para la próxima novela.

Personalmente, son fórmulas que no me terminan de convencer, pero tengo que reconocer que funcionan y generan dinero a las editoriales que quieren gastar dinero en publicidad con este tipo de escritores.

Pero aquí también hay diferencias.

Gordon no es Dan Brown, que es una basura. Noah Gordon está a años luz desde el punto de vista literario. Aunque ambos productos emocionen a los editores por igual, hay diferencias entre un escritor honesto y un vendedor de libros al uso que sabe redactar. Los fraudes en el mundo de las letras son tan antiguos como que Dumas tenía sus “negros” que le redactaban las novelas. Esto es más viejo que la tos.

Gordon escribe desde una visualización notable. Sus novelas son un modelo para las academias de escritores de Estados Unidos, y por ende, de Europa, que siempre acaba copiando aquello que tiene éxito y produce dinero. Además, escribe bien, con elegancia y mejor estilo que los demás.

La primera novela que leí de este autor fue “El último judío”. Me resultó fascinante. Era curiosa la manera de describir la España de aquella época. Como conocedor de la historia, encontré unas cuantas exageraciones leves que ya no recuerdo, pero que justifiqué en orden al carácter “judío” de su escritor y la necesidad de su historia. Con sangre judía por mis venas, ¿qué otra cosa se puede hacer sino ser magnánimo?

Esta novela me invitó a leer “El médico”, su obra más reconocida. “El médico” narraba el camino iniciático de un médico inglés, judío y medieval, que caminaba hasta Bagdad para conocer a Avicena. Estupendo. Me gustó y me pareció un excelente trabajo, una entretenida novela.

Recuerdo que pensé de inmediato que era una novela muy visual, tanto que casi estaba diseñada para que fuera filmado en cine, como así ha sido. Dinero llama a dinero. Y la novela sucumbió al celuloide.

La película hace un flaco favor a la novela, pues cuando he mandado leer este libro a mis alumnos, siempre han gustado de la película, y han abandonado la lectura. Para las nuevas generaciones, vale más una mala película que una buena novela; y eso se extrema más si la película es regular, como fue el caso. C’est la vie.

La muerte de Gordon me hace preguntarme por la función y el sentido de los escritores y la escritura; y es que el otro día leí en un titular que Arturo Pérez-Reverte afirmaba algo así como que tras su muerte, nadie se acordaría de él.

Eso me hizo pensar, y mucho.

¿Qué hace que un escritor pase a la historia de la literatura? ¿Que hace que uno sea recordado? Hay novelas inolvidables, y novelas para olvidar, desde luego. Pero hay novelas inolvidables que se olvidan con el tiempo.

En mi opinión, para pasar a la historia de la literatura es necesario: que el escritor escriba bien, que tenga éxito en vida o en muerte, y que siga gustando a la siguiente generación de lectores. Eso es imprescindible para ser recordado.

Por eso, creo yo que Delibes será más recordado que Cela o que Umbral. Gordon será más recordado que Brown, pero menos que King.

Y Pérez-Reverte será también recordado, y bien recordado por muchos a los que nos ha hecho disfrutar. Igual que Gordon, hace literatura, además de escribir novelas.

En todo caso, y pase lo que pase. Siempre nos quedarán los Beatles.

Y es que no me resistía a nombrarlos.

¿El libro o la película? Las canciones, hombre, las canciones.

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