FRAGMENTO

CUATRO AMIGOS.

Este nuevo libro que tienes entre manos de la colección EL PLACER DE PENSAR, va a desgranar la relación entre cuatro amigos, que no siempre se han llevado muy bien, pero que abarcan casi todo del saber y el conocimiento adquirido por la humanidad: religión, ciencia, filosofía y teología.

Les podríamos llamar: Religioso, Científico, Filósofo y Teólogo.

¿Te gustan los nombres? Se los vamos a cambiar por Beato, Sciencio, Logisto y Teófilo. Aunque les puedes llamar como quieras. A mi me gustan esos nuevos nombres. Son menos vulgares, y tiene un significado más intuitivo que los anteriores.

Beato es el apodo de Religioso, significa “feliz” en latín; Sciencio de Científico, significa conocimiento; Logisto de Filósofo viene de “logos” que significa “palabra o razón”; finalmente Teófilo procede de Teólogo, y quiere decir en griego, amigo de Dios.

Estos cuatro han estado con la humanidad desde el principio de los tiempos, y saben mucho del campo que dominan. Pero no se llevan bien entre ellos.

No te voy a engañar.

Son un poco vanidosos y soberbios.

Saben mucho de lo suyo, pero también les gusta meter las narices en los asuntos de los demás.

Siempre ha habido científicos que hablan de la existencia de Dios, o monjes que terminan pontificando sobre la realidad de nuestros mundo.

¿Te hablo de cada uno de ellos? ¿Te los presento?

El primero es Beato. Este muchacho tiene experiencia de Dios, y nos cuenta su relación con lo sagrado como puede.

A veces le faltan palabras precisas, pero es buen chico, y vive intensamente aquello que profesa. De alguna manera, se parece a San Juan de la Cruz, a San Ignacio de Loyola o al profeta Jeremías. Es más poeta que investigador o profesor. Es un místico y un poeta, y sin duda, es el más feliz de todos.

Sciencio es nuestro segundo amigo. Es el más observador de los cuatro. Le gusta analizar y pensar por encima de cualquier otra cosa.

Yo diría que se parece a un investigador privado, a un detective; sólo que lo suyo es mirar el mundo y a los hombres. Para conocer y ampliar su conocimiento, está obligado a acotar el mundo. Si quiere saber sobre la ranita de San Antonio, tiene que observarla, renunciando a todo lo demás. Ese es su sino. Que no puede abarcarlo todo. Es muy curioso, y le gusta dar una explicación sobre lo que observa e investiga. Elemental, querido Watson.

Logisto es nuestro filósofo. Es el tercero de nuestra lista de amigos. Logisto es hablador, cordial, y a veces divaga más de lo que le gustaría. Él mismo dice que le gusta pensar por el simple placer de pensar.

A menudo se queda ensimismado haciéndose preguntas profundas y críticas sobre la realidad y sobre el mundo. Pero no ofrece tantas respuestas como preguntas se hace. Especula y aterriza poco. En este sentido, su curiosidad no se limita a lo concreto, pues siempre quiere conocer la verdad última de las cosas.

El último de nuestros amigos se llama Teófilo, y es el representante de la teología.

Teófilo se dedica a hacer filosofía con lo que le cuenta Beato, es así de sencillo.

Sospecho que también él tiene alguna experiencia de Dios.

En ese sentido, se parece a Sciencio, siempre concentrado; aunque algunos dicen que sale más a Logisto, que quiere conocer la verdad última de todas las cosas.

¿Qué si son buenos amigos?

No te voy a engañar. Se llevan regular. Ha habido épocas que han compartido su conocimiento; y otros siglos en los que se han ido distanciando.

Ahora, por culpa de nuestro mundo, tan especializado —y por culpa de la historia que han compartido, tan llena de enfrentamientos— se llevan algo regular, cada uno va a lo suyo.

Sin embargo, gracias a Dios, he conseguido reunirlos y charlar con ellos en una tertulia singular y única.

Las cervezas, las tapas, las empanadas, raciones y demás bocadillos los he puesto yo. No me ha importado, pues he sacado muchas cosas en limpio.

¿Te lo cuento? He logrado que Beato, Sciencio, Logisto y Teófilo; o sea, Religioso, Científico, Filósofo y Teólogo se sienten para charlar amistosamente. Les he preparado unas preguntitas y unos cafés.

Es mi primera cita.

Por supuesto, no ha sido fácil.