PREMIOS GOYA 2024 EN VALLADOLID

Dado que ayer los premios Goya se daban en Valladolid, y que la ciudad se ha volcado en el evento, me quedé a ver la gala completa de entrega de Premios Goya. De principio a fin. Paciencia y tesón.

Como no soy de enterarme de las tonterías, hoy me he tenido que leer la prensa, para saber contra quién escupió Almodovar, quienes eran los indocumentados de José Sacristán, y cuál era el contexto de abusos que despertó a las feminazis y elegetebeís de turno. Y ahora, que ya tengo todo lo necesario, con todos mis respetos, reflexiono en voz alta y os lo paso por escrito.

Ganó la película de un tal Jota Antonio Bayona, titulada “la sociedad de la nieve”. Una película que ha costado 60 millones de euros, y que en las varias ocasiones que subieron a recoger los premios y repremios afirmaron que había sido gracias a Netflix que habían podido hacer la peli,  porque se conoce que la industria española, y la economía del señor Sánchez, que acudió del brazo del Mañueco diabólico y de la Yolandita, no debe estar para muchos trotes y regalos. Aunque seguro que los sigue dando sin que se note.

Inciso: el ramillete de ministros y ministras tampoco parecía muy feliz a juzgar por sus perchas inarmónicas y trajes de nuevos ricos. Salvo nuestro alcalde, José Julio Carnero, que recibió la bendición de los de la Academia, creo que todos los demás son sospechosos de algo que no me atrevo a decir y que tampoco sé.

El caso es que Netflix soltó la pasta, porque una película en castellano no iba a ser financiada así como así. Eso dijeron varias veces, lo cual contrasta, en mi sensibilidad, con el abrumador número de películas nominadas en catalán, euskera y gallego, que deben ser vistas en sus pueblos respectivos, y subvencionadas por más de uno que no va a al cine.

El caso es que el filme “la sociedad de la nieve” cuenta la historia del avión que se accidentó en los Andes por los años 70, pero mejor contada. Estupendo. Intentaré ir a verla y gracias por el trabajo, chicos y chicas.

El caso es que el presidente de la Academia afirmó que había que devolver el cine a las salas de cine, que es donde Dios manda que se vea el cine. Pero las salas deben estar bastante vacías últimamente, y yo, que voy de cuando en cuando, me encuentro que hay muchas películas de cine europeo subvencionado, otras tantas de cine americano, y casi siempre una de Santiago Segura, que es el que llena en España los cines junto con Leo Harlem y varios amiguetes, que por cierto no les ví por la gala de ayer. No me digan por qué, pero no les ví y puede que ni siquiera les invitara la “divine gauche du cinèma”.

La gala me dejó el regusto amargo de la tristeza por el cine y el arte en España. Es lo de siempre. El cine español sigue siendo un patio de colegio. Entre el colegueo y el autobombo. Lo mismo que el mundo de la literatura, la pintura o lo que sea. Ellos se lo guisan y se lo comen. Ahora en Valladolid, y con tapas; supongo que para darle glamour al asunto.

El arte en España, todos lo sabemos, malvive; y los artistas deben todo a gente como Juan Mariné, al que le otorgaron un Goya de Honor, por su trabajo como director de fotografía y restaurador. Amante del trabajo, del cine y de preservar la cultura. Un abuelo que no fue a recoger el premio dada su larguísima y provechosa vida, e imagino que sus achaques. Pero hay gente, como siempre, lejos del éxito, que hace mucho por los demás. Gracias, Mariné, por tu aportación a la cultura del cine. Y hasta luego, a los que tienen éxito a cambio de no hacer nada.

La siguiente película más premiada, la de las “20000 especies de abejas”, que se llevó algún Goya, no llegaba de presupuesto a los dos millones de euros. Un alegato a favor del movimiento trans, debe de ser, a juzgar por los discursos de los agraciados. La del Eugenio, y otras, rondaban los mismos presupuestos, dos o tres millones de euros.

Frente a los 60 milloncetes de la que ganó, pues como que tenían poco que hacer. ¿Qué más puedo decir? Esto es como el fútbol, que casi siempre ganan los que tienen más presupuesto.

Muchas de las películas nominadas son imposibles de ver, y ahí hay que darle la razón al político que afirmó (supongo que alguien de Vox) que son gente subvencionada. El matiz de Almodovar estuvo bien, porque es verdad que les subvencionan, pero que devuelven el dinero con creces y crean puestos de trabajo. Ahí tiene razón. Pero eso lo hacen cinco películas de cien.

Lo que se le olvidó decir a Pedrito es que muchas de esas obras cinematográficas de arte que crean puestos de trabajo, ni siquiera se exhiben en los cines, pues los distribuidores están a otra cosa; y que por tanto no pueden devolver el dinero de la subvención. También se le olvidó decir que las subvenciones otorgadas dependen de criterios políticos e ideológicos (de izquierda con pose), y no siempre de criterios económicos, culturales o artísticos. Tampoco habló de los desempleados del cine que están esperando que les llamen para hacer algo, y que mientras tanto, se buscan otro trabajo. De los que abandonan el barco, nadie habla; y Almodovar menos.

Por supuesto, también se le olvidó decir que la gente sí ve las películas de Santiago Segura, que seguro que necesita menos subvenciones y que las devuelve todas porque gana dinero haciendo cine. Aquí no todos hacen lo mismo, ni son todos iguales. Claro que no, para lo bueno y para lo malo, no todos son iguales.

En fin. El cine español sigue siendo, en general, una artesanía. Si te ajuntan, y les caes bien a los cuatro popes que reciben las subvenciones, o que controlan la “cosa nostra”, serás uno de los de la alfombra roja. Y si no, te costará bastante llegar a hacer alguna película. Aunque eso no te garantiza nada, pues incluso, aunque hayas terminado una buena película, te costará media vida que la pongan en algún cine de España; incluso, aunque te den algún premio, te comerás tu película sin que la vea casi nadie. Y eso suponiendo que seas un genial artista cinematográfico.

Ese panorama es el mismo en otros ámbitos. La diferencia con el cine es que aquí no se subvenciona a nadie a fondo perdido. Eso es porque escribir es barato, aunque el escritor no desayune ni cene, y el librero tenga meses en blanco. Las editoriales apuestan por caballos ganadores, serviles y ya conocidos, y poco por los nóveles; y crean premios para los escritores que trabajan en su Planetosfera. Son circuitos cerrados de gente que hace negocios y que luego se tira el moco de “somos la cultura, gracias a nosotros…”, etc. Lo mismo en el cine que en todo el arte.

Yo no tengo la solución a estos problemas. Antiguamente existían los mecenas, que gastaban su pasta y contrataban a los artistas de talento que les molaban. Pero el mundo ha cambiado, y no parece que el arte cotice de la misma forma e interés. Ahora el mecenas es el Estado, es decir, los poderes públicos, que financian a los artistas más por sus ideologías (mujeres, lenguas autonómicas,  etc) que por su calidad. Y es que es muy discutible saber quién tiene calidad y quién no.

La solución puede que ande por la Argentina, cortando los grifos del dinero gratis que no hace más que endeudar a todos, y potenciando el libre mercado, donde triunfa el más taquillero haciendo películas, y no el que tiene más amigos para llenar el cazo. Ya veremos en qué queda la cosa.

Yo, para que vean mi buena voluntad, intentaré ver alguna de las películas que ayer se pasearon por la alfombra roja. Para eso las subvenciono. Aunque tampoco prometo nada.

Ahí lo dejo. Hasta la próxima.

Un abrazo lectores, y feliz día de la Virgen de Lourdes.

2 comentarios en “PREMIOS GOYA 2024 EN VALLADOLID

  1. Editorial Azul

    Hola Antonio: Muy interesante tu reflexión… y lo de Santiago Segura, Leo Harlem… tienes razón que curioso que no se le viera…

    Un abrazo,

    Fernando

    Responder

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