Tengo envidia de la máscara que cubre tus labios.
Inconsistente amor que fuimos tú y yo.
Me gustaría ser el cordón que sujeta esa tela,
y acariciar el pelo que se enmaraña alrededor.
Deseo el tacto amargo de una distancia
que no termina.
Y sólo veo el susurro de los ojos visibles
que no puedo ver.
Amor inacabado
que iniciamos sonriendo.
Y que enclaustraron en primavera.
Hoy rompo una tecla a través de una red
que acarician tus dedos.
Y envidio el móvil que mueve el aire que te circunda
convirtiendo en impulsos la boca invisible
que ya no se puede mover.
Odiosa pantalla
que susurras una entrecortada despedida.
Me dejas sin un amor lejano, frío y gubernamental.
Hoy han muerto treinta y cuatro mil, cuatro mil más que ayer.
Y me dejas con envidia por tus senos, centinelas del latido.
Corazón que despedimos sin saber.
Ya son manos que no tocan. Cuerpos inodoros,
que no contagian el gusto por querer.
Sexo imposible, virtual y tierno. Muerto.
Marcaras de carnaval, que no me dejan ver.
Repudio las estrellas que viven solas,
con sus bocas invisibles.
Copyright: Antonio José López Serrano, noviembre 2020.
El dolor causado por la pandemia es inmenso en muchos ámbitos…..uno de ellos lo reflejas tu de forma excelente…
Gracias Ana. Un placer volverte a saludar.