En la orilla con Rafael Chirbes.

Rafael Chirbes, 'En la orilla'

Reconozco que Rafael Chirbes es de esos autores que me gustan a ratos, y que me cansan también un poco. Se habla de él como el máximo escritor en narrativa española actual con temática social y realista. Recibió el Premio de la Crítica por su anterior novela Crematorio. Y en la última que acabo de leer En la orilla también recibe todos los beneplácitos de la crítica. Que si es lo mejor que se ha escrito en la vida, que si es una obra maestra…

Su anterior novela llegó a mis manos como me llegan muchas cosas, a través de la casualidad, y de mis padres. Había leído en alguna crítica de esas que aparecen por los periódicos, que Crematorio, era una de las más interesante y mejores del panorama del siglo XXI, o sea de los últimos 14 años. Cuando comenté la jugada con mi madre, me dijo que lo tenía, que lo había leído y que ahí estaba. Por supuesto me lo ofreció para leer, y el libro no me defraudó, la verdad es que no. Una gran novela, original, crítica, suficiente, ordenada, profunda y seria… Recomendable, claro que sí.

Por eso me decanté por En la orilla, su última obra, también vendida como una obra maestra, de esas que hay que leer obligatoria según sus editores. Sin embargo, y aún la tengo recientita, me ha dejado un regusto más amargo que Crematorio, y la nefasta impresión de estar leyendo la misma novela una y otra vez. Diferentes títulos, distintos personajes, pero el autor me quiere contar lo mismo que ya descubrí en su anterior novela, supongo que es el mundo de Chirbes, su temática social, por otro lado agotadora. Es algo que no me sucede cuando leo a otros autores: Shakespeare, Dickens, Galdós, Cela, Delibes, Cervantes, García Márquez o Saramago. Cada novela me enseña algo distinto, y no se repite, y eso me gustaría hacer a mi.

Decía Picasso que él siempre pintaba un mismo cuadro, lo tocaba lo retocaba hasta que se cansaba y pasaba a otro lienzo en blanco, y todo era una continuación del anterior. Se podían descubrir debajo de los Picasso otros picassos no menos valiosos. Muchos años pintando, 90, dan para mucho. Por eso, supongo que a un escritor le puede pasar algo parecido, y estar escribiendo siempre una misma historia, desde perspectivas distintas, pero siempre lo mismo. Esto no creo que tenga que ser malo, pues de hecho encuentro algo así también en Steinbeck, en Faulkner o en el mismísimo Kafka, y nadie duda de estar ante unos genios de la literatura. Sin embargo, Chirbes me ha cansado más, y creo que es por su ideología izquierdista, demasiado superficial y recurrente.

Chirbes parece moverse en el escepticismo de esa izquierda eternamente amargada y perdedora de la guerra civil, revachista y siempre soberbia ante cualquier otro que pueda enseñarle algo. Es la visión aburrida donde la derecha es demonizada haga lo que haga, y la izquierda es la luz y la verdad haga lo que haga. Me ha sonado a algo de eso, como de tal forma me suenan otros escritores españoles de la misma generación que Chirbes. Supongo que para sus incondicionales eso es magnífico, pero a mi me producen urticaria los eslogan y mensajitos guays sobre la vida terrible, pues se me antojan casi siempre demagógicos y facilones, plagados de una soberbia insufrible y una arrogancia deleznable. Alfalfa para el pueblo, vaya, que se traga lo que sea con tal de que suene bien, pero a mi, la falta de profundidad en los asuntos políticos o económicos me hierve la sangre.

En esta novela de Chirbes he encontrado poca profundidad temática, ninguna densidad, y todo parece disfrazarse de amargura para que parezca que se está hablando de algo importante y serio, pero en realidad no lo hace. Los personajes de Chirbes nunca están contentos por nada, nunca se ríen de la vida, ni se sí mismos, y eso hace que pierdan interés, por lo menos para mi. Son introspectivos y muy bien construidos, pero más tristes que un místico en viernes santo. La risa y la alegría en Las uvas de la ira, es un ejemplo, son tan significativas como las lágrimas. Pero en Chirbes solo hay lágrimas, porque cuando los personajes están contentos es porque simplemente comen langostinos, o porque se van de putas. Desconoce la alegría por la vida misma, por su mismo quehacer pensado, que diría Ortega.

Ese concepto de felicidad que vincula la alegría con la fiesta es muy de nuestro tiempo. Si tienes dinero serás feliz, y si no lo tienes eres un pobre hombre que debe luchar para matar a su patrón. Ese es el argumento simplón de la vida que parecen vivir los personajes de Chirbes y de la izquierda más levantisca. En el fondo son tan vacuos como los escasos horizontes espirituales y existenciales por los que se mueven. La vida es una estafa, parece decir constantemente Chirbes, lo que le convierte en un existencialista casi francés, a tono con Sartre o Camus.

Seguramente tiene razón en que la amargura es un rasgo de la sociedad de hoy, especialmente la que ha sido más aborregada por el pensamiento único. Pero esa amargura es lo que queda cuando se deconstruye y anula la tradición cultural occidental más sólida, y se arroja uno en brazos de cualquier sucedáneo ideológico que no puede sustentar los palos del sombrajo que es la propia vida. Se amargan, a la vez que desprecian la fuente de la felicidad, de la única felicidad que es Dios, y me pongo místico por una vez en el blog.

Incluso en esta novela daba la impresión de que alargaba a los personajes para que vivieran todas las penalidades del mundo. El personaje central parece que había estado combatiendo en la guerra civil, en la posguerra, en la transición, y vivía hasta ver a Rajoy de presidente en el año 2012. ¿Qué edad tiene el personaje? 95 años por lo menos. Es lo que sucede con la pantomima de la memoria histórica, que parece que se murieron ayer, cuando la guerra sucedió hace 75 años. Son los hijos y los nietos los que dicen acordarse de cosas que no vivieron, y ese es el problema. La falta de memoria hace que conformemos la memoria de manera selectiva, haciendo recuerdos falsos y acordándonos de lo que nos apetece. Ya se hizo con el medievo, y todavía la gente cree lo de la oscuridad y la tiniebla medieval…

Yo creo que si un personaje lo sabe todo de la vida, y no tiene nada que aprender, seguramente tampoco nos enseñará nada. Por eso no me ha emocionado esta novela de Chirbes. Me gusta su manera de escribir, su estilo literario, su mecánica y sus formas, pero hay demasiado regusto amargo, tanto que no me parece real.

6 comentarios en “En la orilla con Rafael Chirbes.

  1. Luis-Fernando Rubio Mayor

    Voy por la mitad de TU LIBRO, Los Caballeros de Valeolit, y me está gustando mucho, sólo te deseo que vendas muchos, se lo recomendé a mis sobrinos que viven en Valladolid, y es fácil que lo compren, un fuerte abrazo y te deseo mucha suerte.

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  2. José Cervera

    He oído hablar muchas veces de Chirbes pero todavía no me asomado a sus páginas. Lo cierto es que leo poca narrativa y si a eso le añadimos que me carga el existencialismo (en sus diversas ramas y manifestaciones)… Pues me parece difícil que lea sus novelas. Puedo entender la postura vital y filosófica de Sartre o Camus (más la del segundo) porque les tocó vivir una época terrible. Pero no comparto el gusto actual por la desolación amargada en literatura. Me parece que tiene más mérito dibujar las luces y las sombras en el mismo cuadro y aceptarlas como son. En cualquier caso gracias, Antonio, por aproximarnos a la obra de este autor al que no conocía. Porque siempre es interesante conocer perspectivas diversas. Un saludo.

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