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¿Estamos entrando en una época histórica nueva?

Los cambios en la historia no son percibidos fácilmente por las sociedades -o los individuos- que viven tales cambios. De un día para otro, no te levantas con otra sensación a la del día anterior. Y es verdad. Sin embargo, cuando tenemos perspectiva de unas décadas, entonces si podemos advertir que ha habido un cambio en la historia de la humanidad, algo que está marcando un nuevo paradigma y no volverá a ser nada igual.

Son, en muchos casos, los historiadores, los que estudiando su materia ubican determinadas fechas como puertas de entrada y de salida de una época histórica. De esta manera se fija el año 476 como el final de la historia Antigua y el comienzo de la Medieval; o 1492 por el descubrimiento de América por los españoles y el inicio de la época Moderna.

Más sensación de cambio tuvieron los revolucionarios de 1789 en Francia (y el resto de Europeos) cuando aguillotinaron a su Rey Luis XVI en la plaza pública. El descendiente del Rey Sol nada menos. Hasta ese momento como que la Revolución era una algarada sin importancia. Aquello les resultó decisivo a muchos. ¿Cómo no concebir una nueva época con lo que ha sucedido? Lo que no imaginaban es que inauguraban con su sangre los dos siglos más sangrientos y asombrosos de la historia; y no los más felices y fraternos como pretendían.

Las personas que viven en estas épocas de cambio tienen casi siempre la sensación de inestabilidad y de zozobra política. Pero eso no es suficiente, pues tal azogue es bastante habitual en toda la historia de occidente. Sin embargo, hay un elemento determinante, y es que se tienen la impresión de que nos estamos abriendo a un mundo desconocido, y que nada será como antes. Eso es lo que nos permite intuir que estamos ahora, año 2021, y desde el 2020 entrando en una nueva época histórica cuyo nombre aún no hemos dado. Eso debió de suceder en Europa cuando comprobaron que las nuevas tierras de América no eran de nadie, o cuando se dio la vuelta al mundo. De repente, todo se hizo más pequeño y abarcable. O lo que pasó en Francia, donde todo parecía ser posible en el gobierno de los pueblos.

El gran acontecimiento que habla de un cambio de paradigma histórico, no es, aunque algunos lo crean, la pandemia de covid19. Como filósofo y conocedor de la antropología cultural y social, me interesa más lo que en profundidad se cuece para la humanidad en su conjunto, los cambios culturales de fondo que nos esperan y que todavía están en ciernes. Trataré de sintetizar.

PRIMERO. El primer gran cambio cultural viene determinado por el agotamiento de los recursos, en especial de las fuentes de energía. No es un problema de ecologismo, sino de productividad económica que afectará al estilo de vida. Ninguna cultura resiste si se agota su fuente de energía y sus recursos. Al parecer, la extracción de petróleo ya no es rentable, el carbón contamina demasiado el aire, y las energías alternativas no están preparadas. Muchos recursos minerales están en las últimas y esto no pinta bien. ¿Podríamos viajar en un coche movido por energía solar? ¿Por energía eólica? ¿Podemos envolver las cajas de galletas en papel y no en plásticos? ¿Se pondrán blandas? ¿Qué venderá el supermercado de la esquina? ¿Podremos quemar energía para desplazar en 30 minutos a un señor hasta su puesto de trabajo? ¿Será rentable hacerlo? ¿Podremos seguir pescando en el mar? ¿Qué hacemos con la basura que generamos? ¿La mandamos al espacio, que también está lleno de basura espacial nuestra?

Las culturas de cazadores recolectores, cuando ven agotados los recursos, se desplazan en busca de otros lugares. Son nómadas; por el contrario, las culturas agrícolas tienen que dejar descansar la tierra de cuando en cuando y esperar un tiempo, cultivar otra cosa si se puede. Nosotros no tenemos otro planeta al que ir a vivir. No hay petróleo ni peces en la luna, y creemos que no lo hay en ningún otro lugar cercano del Sistema Solar. Así que tendremos que dejar descansar la tierra, y mientras tanto pasar algo de hambre y cambiar la manera de alimentarnos y de vivir.

¿A qué nos conduce esto? Al fin de la Revolución Industrial. En los próximos años los mercados entrarán en recesión de una manera brutal. Recesión económica y reproductiva. Sólo será posible mantener la historia actual si logramos encontrar un cambio tecnológico que nos permita mover coches u objetos a la misma velocidad con el mismo, o parecido, coste energético que ahora; encontrar una sustancia que nos permita permeabilizar los objetos y que sustituya al plástico. Sustituir toda la producción de muchos bienes por otros bienes sustitutivos. Yo creo que eso no será posible, o al menos no de la misma manera, ni a corto plazo.

SEGUNDO. El segundo acontecimiento que nos habla de un cambio histórico es que esa recesión ya se ha iniciado desde el punto de vista reproductivo. En el pasado, cuando los pueblos se han extendido, han crecido con modelos culturales basados en procrear muchos niños. En esas culturas es habitual la poligamia, la sexualidad temprana, la prohibición del aborto o el desprecio a la homosexualidad. Toda la cultura corre pareja para generar niños (que son riqueza) y unas instituciones culturales son preferidas a otras. En cambio, en las culturas recesivas, la poligamia está desaparecida y es aberrante, se tienen hijos en edades avanzadas, se favorece el aborto y la homosexualidad. Todo es válido con tal de detener el crecimiento demográfico, incluido el infanticidio. ¿Dónde creen que está nuestra cultura? Bingo. Somos una cultura en retroceso desde hace unas cuantas décadas, y eso no es por culpa de la mujer.

La nuestra es una cultura de muerte, de aborto, de eutanasia y promotora de la homosexualidad y la sexualidad reproductiva de manera tardía. La Revolución Industrial trajo cambios demográficos, pero el más importante es el de tener muchos hijos y evitar que mueran tantos niños. Esto ya no es así, pues nacen pocos niños y mueren menos. Sin embargo, en el futuro, que ya es presente, tener hijos no es una prioridad, y si se tienen que sean pocos o casi ninguno. ¿Será igual una sociedad envejecida? Las sociedades de aquellos países donde siguen naciendo muchos niños verán morir a muchos más.

TERCERO. Las pandemias son mecanismos naturales de control demográfico. Si no tenemos depredadores, tenemos pandemias. Es nuestra naturaleza. Esta pandemia nos ha permitido comprobar que los gobiernos de todo el mundo, en especial los democráticos, improvisan y están perdidos. Se ha perdido la confianza en los gobernantes, y aunque la sociedad en su conjunto sea pacífica, no será posible mantener la calma, no lo creo, cuando el hambre llama a tu puerta. Cuando no se tiene nada que perder, salvo la vida, entonces no importa arriesgarla. Los gobiernos más totalitarios, tipo China, han mantenido mejor el control del comportamiento social. Eso nos hace pensar, que la democracia, el capitalismo internacional de crecimiento o las poblaciones masificadas de las ciudades entrarán en crisis en no mucho tiempo.

Espero confundirme. De verdad que lo creo. Pero me temo que estamos ante una etapa distinta de la historia. Parecida a la preindustrial del siglo XVII y XVIII.