
Acabo de publicar un nuevo libro que está reciente, recientísimo, y qué mejor fecha que la de hoy, uno de septiembre, que empezamos curso escolar, para darlo a conocer. Ha salido este fin de semana, así que más no se puede pedir.
Me ha llevado casi todo el verano, y aunque yo tenía proyectado hacer al menos dos libros de esta colección EL PLACER DE PENSAR, no he podido más que terminar uno. Me ha llevado su tiempo redactarlo, corregir y volverlo a corregir y dejarlo maqueado para que esté perfecto.
De momento está todo en la plataforma Amazon, que facilitan a los autoeditores tanto la edición en e-book kindle, como la edición en tapa blanda (papel bajo demanda). Ellos venden, distribuyen… y yo escribo.
He aprendido y ha sido un trabajo entretenido, pero lo he conseguido. Al menos el primero de esta colección ya está vivo. Ale, ¡a volar pajarillo!
Mi idea, y os lo cuento, es escribir una colección de cuadernillos —de pequeños libros— titulada EL PLACER DE PENSAR, con la finalidad de ofrecer pensamiento, filosofía, teología, etc. Quiere ser una obra divulgativa, de contenidos preferentemente filosóficos, y amena al mismo tiempo. Filosofía divulgativa. Esa es mi intención.
La tarea no es sencilla, pues mi tendencia natural es “elevar el nivel”, y a menudo olvido que tengo que ser más sencillo. Hay una frase de Ortega que me he repetido a menudo, “la claridad es la cortesía del filósofo”. Opino, a estas alturas de la vida, que la claridad es la cortesía de cualquier pensador, intelectual, profesor y comunicador que se precie un poco. Bajo esa máxima he intentado hacer fácil, lo que a veces es difícil, y no perder ni el rigor ni la calidad de una buena explicación
¡LEVÁNTATE, Y SAL DE LA CUEVA! INTRODUCCIÓN GENERAL A LOS ESTUDIOS DE FILOSOFÍA es un libro sencillo y fácil de leer. Es mi primer ensayo. En él vuelco, porque es imposible negar lo que soy, los estudios de antropología y de teología, que junto con los de filosofía y derecho, completan mi formación. Es un libro sin demasiadas pretensiones, que trata de qué es la filosofía y cuál es el origen de la misma. Lo saco en dos formatos. El primero, formato e-book, para leer comodamente. El segundo, formato tapa blanda, para aquellos que prefieran el papel (yo soy no de ellos). El contenido es exactamente el mismo, aunque, os confieso, las portadas las he diseñado de manera diferente.
Sólo me queda soltar unos cuantos ladridos de perro viejo.
El primer ladrido es por ser perro filósofo. A menudo me suelo encontrar en otros pensadores, que el que sabe mucho de una rama, ignora casi todo del resto. Es el mal del científico que aqueja a las ciencias sociales. La especialización oprime la inteligencia del que mira el horizonte. Los psicólogos ignoran la ética y la mística; los historiadores ignoran la antropología y la filosofía; y los políticos ignoran todo lo anterior multiplicado por cinco. Así nos va. Nos toman por idiotas, y es que seguramente algo de peleles (pucela, pucela) tenemos.
El saber filosófico, al menos el que yo plasmo en este libro, mira la totalidad para explicarla.
Mi segundo ladrido tiene que ver con el perro antropólogo que llevo dentro. Si se oyera y se estudiara la voz de la antropología cultura y social, más de la mitad de las falacias que se escuchan habitualmente en medios y redes sociales enmudecerían de inmediato. En este libro, y en mi obra, tengo siempre presente la naturaleza misteriosa, social, cultural, lógica y mística del hombre, pues es la que mejor explica la historia, las ideologías y el pensamiento de la humanidad en cualquiera de sus etapas.
Mi tercer ladrido es por ser perro teólogo y místico. Cualquier obra intelectual que desprecie la faceta religiosa del hombre, está condenada a equivocarse y desbarrar. Se puede ser creyente o no, pero lo que no se puede es ser un necio en asuntos religiosos. Dicho de otra forma, el desconocimiento —olvido o desprecio— del hecho religioso no exime de su existencia. Ferécides de Siros, un presocrático griego con ramalazo teológico, también existió.
La teología se hace muchas preguntas comunes con la filosofía, pero no hay que olvidar que la teología, además, ofrece respuestas. Y esas respuestas han configurado nuestra cultura hasta el día de hoy.
“Sueño con el día en que los historiadores lean antropología, los psicólogos estudien la Biblia y los políticos se asesoren con geógrafos a la hora de planificar el urbanismo de sus ciudades. Será por soñar. Por cierto, los profetas son llamados “videntes de sueños” en el Pentateuco. Es una curiosa y sorprendente definición”.
Felicidades, espero que tenga la mejor acogida!!!
Gracias, Ana. Un saludo