Poliartista, polifacético, poliantropoide.

Me reconozco en los hombres del Renacimiento, que son los mismos que los del Medievo, que los de la Antigüedad. Me gusta todo y amo todo saber y todo arte. En realidad, la especialización ha conducido a una mediocridad abrumadora. El catedrático en física cuántica resulta que no lee un libro de narrativa en su vida. Un desperdicio, porque seguramente no dirá nada importante nunca en física, y menos en narrativa. Nadie sabe nada, ni uno no sabe de todo y quiere aprender de todo. Y el narrador de novela negra, que nunca ha sentido el placer ni la atracción por hacer y construir música no deja de ser un juntaletras. ¡Con lo bien que le vendría para montar la película de la novela!

Y es que la humanidad especializada es una humanidad muerta, fragmentada, rota y diabólicamente dividida en su interior. El hombre que busca, el que sabe que no sabe, el que desea aprehender el mundo con su mente y su alma es un hombre polifacético. En el arte se les reconoce perfectamente. Escriben, pintan, cantan y bailan. Dalí hacía de todo, lo mismo que Picasso, igual que Leonardo, o que Aristóteles o Platón, igual que Abelardo, que el arcipreste de Hita, Lorca, Lennon, Averroes y miles más. Gracias a Dios no estoy solo. No estamos solos, porque somos muchos.

En la antigüedad también era así. El médico Avicena era también matemático, filósofo y narrador. Y Julio César no digamos. Además de político y militar se dedicaba a escribir sus hazañas bélicas. Cervantes también era militar, y escritor, y poeta y dramaturgo. Como tiene que ser. De todo un poco y de un poco nada. Newton, por si acaso alguien duda, además de la ciencia se dedicaba a la teología y a la Biblia. Y es que constreñir la curiosidad es no tener curiosidad. San Juan de la Cruz también dibujaba. Lógico.

Por eso nuestro mundo camina a convertirse en un basurero planetario. La especialización nos mata y nos destruye. Nos aliena en lo más profundo. El telediario que no sabe relacionar el hambre en Etiopía con triunfar en Nueva York en Broadway es un telediario manipulador. Colocan las noticias como piezas de un dominó, como si el cuatro no fuera parte del dos. Y así nos va. De incomprensión en incomprensión.

El todo y las partes forman parte de una misma armonía (renacentistas dixit). La especialización es la muerte, terminar sabiendo una porción tan diminuta del mundo convierte las almas en la porción que analizan. El jurista que solo tiene ojos para el derecho ve derechos de autor cuando visita el Prado. El ecónomo solo verá precios, ofertas y demandas. El público general ve una manera de pasar la mañana, y un artista encontrará que tal o cual cuadro se podría expresar mejor con un piano y la voz de Monserrat Caballé, o ideará una historia detectivesca sobre el robo en un museo. Y si es original, pensará mejor en una historia de ciencia ficción donde la humandidad decide enviar los cuadros a la órbita de Plutón para preservarlos de la fatídica mano de la inteligencia artificial. Popof, popof. O una pira de todos ellos ardiendo con el final de la humanidad… Imaginar es disfrutar, crear es vivir para el gran Creador.

Todo esto viene a cuento de que he vuelto a la pintura. Además de escribir para mi y para mis lectores (muchos o pocos) quiero dibujar, pintar, plasmar el mundo con colores, con manchas y sombras planas y rugosas. Pero no quiero pintar lo que todos ven, sino lo que a mi me gustaría ver. Lo que realmente veo, cuando veo algo que me gusta. Lo que me trasmite y me hace sentir.

La afición no es nueva, ya me entregué a pintar cuando era más joven y apuesto. Duró un año, el tiempo que decidí en la vida lo que debía decidir. Me había entretenido antes con la música, compuse un puñado de canciones que publiqué con VOZ DE LOS SIN VOZ. Gente buena del Movimiento Cultural Cristiano, Partido Saín para más señas. Disfruté y mucho con Diego. Canciones a miles, muchas de ellas no publicadas ni editadas, pues no había youtube. Ahí están, esperando el sueño de los justos. Quizás nunca las rescate del hundimiento del Titanic.

Pero ahora mi entretenimiento es otro. Pintar. Terminaré la novela que tengo a medias de ciencia ficción, que publicaré cuando me parezca. Y esperaré a que un agente literario me responda emocionado por última novela que le envié (subrealismo, realismo mágico español, naturaleza muerta). Quizás antes tenga que mandar al pairo a un galerista del monopolio editorial del arte. Igual que los de la escritura no ven artistas, sino gallinas con capacidad para poner huevos. Y nos exhortan a que les aportemos el huevo de oro. Pues eso. El gallinero nos pertenece.

Una muestra de mis basurillas, las que me siguen dejando insatisfecho y satisfecho a la vez. Las que nos dan vida y nos hacen disfrutar del ocio y del negocio.

 

Mañana más.

 

 

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