El triunfo del PAPANATISMO.

Yo creo que es una constante sociológica, que el ÉXITO atrae al ÉXITO. Sucede en todos los ámbitos de la vida, desde la política hasta el fútbol, desde los restaurantes hasta las lecturas de cabecera. Si algo triunfa, será como un imán. Aparecerán de inmediato gentes dispuestas a arrimarse al caballo ganador para saborear las mieles del triunfo. Esto hace que el éxito sea todavía mayor, y que engorde el triunfador de turno con más éxito todavía. Esto lo saben tanto los publicistas como los asesores políticos. Es verdad que presumir del éxito ajeno es un tanto ridículo, pero a cambio, nos permite disfrutar y humillar el que se ha apuntado al fracaso. Se llama papanatismo, y el responsable es la neurona espejo. Y es que así somos.

No me estoy inventando nada nuevo, pues esto es algo que sucede desde que el hombre es hombre. De hecho, yo creo que sería más interesante analizar algunos hechos históricos desde el papanatismo humano que desde las consignas marxistas de la lucha de clases. En realidad la historia no es una síntesis dialéctica provocada por el enfrentamiento entre opresores y oprimidos. ¿Ricos contra pobres, buenos contra malos? Ya no se lo cree ni Magoo haciendo de stripper en Femen. Para mi que la historia es una dialéctica entre triunfadores y fracasados; entre papanatas y auténticos. Entre la gente que se apunta al triunfo, y los que se empeñan en ser originales y auténticos, los cuales terminan convenciendo a sus parientes más cercanos de que tenían razón, al cabo de cincuenta años, claro. ¿A qué tenía razón? Sí, abuelo, sí. Genio y figura el cabroncete del abuelo, dicen cuando le dejan en la residencia los domingos.

En España, sin ir más lejos, tenemos una gloriosa historia de papanatas voceras amigos del pensamiento hervíboro. Hoy echo a la puta de la reina (Isabel II), y mañana grito «Viva el Rey» (Alfonso XII). Como un poseso y en manifa por si acaso. Esto, que no obedece a ninguna lógica – ya se lo dijo Russell a los marxistas estalinistas hace mucho, que la dialéctica hegeliana es una estafa –  es sin embargo fácilmente observable en cualquier tiempo histórico.

La antigüedad no fue mucho mejor. Julio César fue aclamado por Roma cuando tenía éxito y entró con sus legiones tras cruzar el famoso Rubicón y pronunciar el alea iacta est. Pero después de ser asesinado, la gente se cambió de chaqueta, o de toga, según se viera, y se convirtieron en apestados sus antiguos defensores. El pobre Marco Antonio, que fue incondicional suyo, quedó como Cagancho en Almagro cuando cambiaron las tornas. Hasta se fue a Egipto con Cleopatra, a ver si se le pegaba algo de las antiguas glorias cepillándose a la antigua amante de su jefe y amigo Cayo. Un error, porque con Augusto todos eran de Augusto de toda la vida. Es lo normal. Nos apuntamos al Real Madrid para ganar, y para que no nos partan la jeta, pero ahora los capullos del Barça están chuleándonos. Al menos Marco Antonio murió con el estandarte romano bien levantado a orillas del Nilo. Es lo que le queda. Y la gloria del genial monólogo de Shakespeare, que se me olvidaba.

En libros y literatura pasa otro tanto. Si empieza a triunfar 50 sombras de Grey, pues todo el mundo se apunta a leerlo. Total, antes hicieron lo mismo con el Código Da Vinci de Brown. Luego vendrá otra generación que lo vilipendiará, lo barrerá con su nueva basura, sus Juegos de Tronos o la mierda que sea, y ahí andará el chulito de turno presumiendo de que lo que él lee es estupendo y único. De cosa en cosa, de éxito en éxito, de Potter en Pota, o de Agatha Christie en Federico Moccia. Y es que la regla es brutal y repetitiva: nadie se hace colega del fracaso, aunque sea mejor, tenga más calidad, o sea, curiosamente idéntico. Por eso luego llega un tipo llamado Patrick Modiano (premio Nobel 2015), que escribe como los ángeles, cuyo primer eco que produce en nuestra patria es: ¿quién es ese tío que no me suena? Y eso tan lamentable sucede entre la gente que está atenta a la literatura y a los libros, porque los fans de GH se mantienen en su salsa de langostinos con tanga, sin coscarse de que hay librerías en el planeta tierra.

Ser del que tiene éxito tiene sus ventajas. Estás en la pomada, eres ganador, triunfan los tuyos y sobre todo… no eres perseguido y no te dan de hostias, cosa importante cuando el ambiente político se pone chungo. Y es que el Papanatismo en la política es cuanto menos peligroso. Por ejemplo, durante la Revolución Francesa, hubo unos añitos que si no eras de los jacobinos podías acabar aguillotinado, lo mismo con los que no eran estalinistas, que terminaban en el gulag perdiendo dedos congelados. Y es que ser de la oposición política, cuando no se lleva es, más que un error, una desventaja importante para la salud física y psíquica. Porque te persiguen, y si pueden te matan. Y es porque los triunfadores suelen pecar de soberbios e intolerantes; y si les dejas de cabrones. Se les sube a la cabeza, y no quieren competencias. Hace años todos éramos demócratas y aclamábamos la transición, en cambio ahora hay que defender que hay que cambiar la Constitución. Ni se te ocurra defenderla.

Los que marcan las tendencias culturales también saben ésto. Ahora por ejemplo se lleva ser alternativo y progre de ciudad. Cuando yo era peque los tíos que se tatuaban eran cargadores del puerto o proscritos recién salidos de la cárcel. Luego empezaron las tías de hollywood a tatuarse con solecitos y bobaditas, y al final todo el mundo se apunta al tatoo, al piercing y al rollito de decorarnos el body. Es que es guay ser guay. Lo de las rastas, el buen rollismo, comer lentejas sin chorizo y acelgas con avena, vestir como con restos y enseñar medio culo porque se cae el pantalón, es lo fetén. Pero cuando todo el mundo sea alternativo con esta estética alternativa – que ya casi lo es – pues ser alternativo será vulgar, como del montón, y dejará de molar. Y surgirá otra moda que atraerá al papanatas tanto como el éxito.

En realidad lo más alternativo que hay hoy día es tener cuatro hijos, piso propio no heredado, trabajar en un banco, leer a Góngora y no tener móvil. Pero eso no creo que triunfe, entre otras cosas porque se necesita un cargamento de neuronas espejo para lograrlo, y están todas ocupadas «tuiteando» por la red, y colgando chorraditas. Por dar ideas que no quede.

2 comentarios en “El triunfo del PAPANATISMO.

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