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La salvación que viene.

Salvarse, lo que se dice salvarse, es casi un grito unánime y colectivo de nuestro tiempo. Desde la cumbre del clima hasta el terror que infunde el heteropatriarcado en las niñas de bien. Todo es apocalíptico y teleológico, por lo que me temo que la humanidad está hoy más sedienta que nunca de salvación, y por ende de salvadores. Y ahí está el problema, que cualquier memo puede salvarte sin preguntar ni siquiera si quieres ser salvado, ni de qué.

Muchos de los nuevos mesías son verdes. Y el color vale para casi todo. Los pluriecologistas y su humanidad mediática no paran de repetir que el planeta necesita ser salvado. Que vamos al colapso y que el planeta está a punto de reventar. Que es demasiado tarde, aunque a veces también dicen que no lo es, que aún estamos a tiempo, pero que hay que tomar medidas urgentísimas y draconianas para salvarnos. Ellos saben lo que hay que hacer para salvar al mundo, pero en lugar de ser coherentes con lo que dicen que piensan, parchean la economía y la sociedad mientras los auténticos profetas verdes gimen desconsolados con que no es suficiente. Recicla, nene, que así salvarás al mundo. Lo dicho. Greta y el arrimado eventual tío Sánchez nos van a salvar de nuestra historia de progreso. O sea, que nos vamos a la mierda con estos mesías, y verde que te quiero verde.

Yo creo que tienen razón los greens auténticos, porque dudo que nos vayan a salvar los políticos guays gastándose una pasta en concienciarnos y contarnos repetidamente verdades indemostrables y acientíficas. Por mucho que inunden los libros de texto con la foto de Greta y los garbos, y por mucho que nos suelten una monserguilla utópica por inalcanzable, no vamos a salvar este desastre. Además, esta salvación ecológica es una caca, porque nos abandona empecatados al exterminio que nos espera en la historia. Salvaremos al planeta, si y sólo si nos extinguimos; o volvemos a las cavernas del tío Arborio.

Y es que el ecologismo como religión deja mucho que desear. ¿Qué quieren que les diga? Una salvación que no me salva a mi personalmente, y que me condena a morir y extinguirme por el bien del planeta no me mola. En realidad es una estafa. Ahí está Greta y el apóstol Sánchez bien arrimadito, os vamos a salvar, chicos. Ya, claro.

La otra caterva mesiánica es de color violeta. Me refiero a las señoras agentes de la dictadura de género, que es el nombre fino que reciben las feminazis. Nos quieren salvar de muchas cosas, algunas de ellas de dudosa existencia. Nos van a salvar del patriarcado, de la invisibilidad de la mujer y de nuestro género preconfigurado. Casi nada. En realidad esta salvación es bastante menos creíble, pero no por ello goza de menos adeptos, en este caso adeptas. Se ha construido sobre una serie de falacias indemostrables, y a cambio reciben un dinero que da gusto. Es la deconstrucción filosófica absoluta, el pensamiento débil convertido en pensamiento oficialista para la salvación de la mujer y del mundo. Salvar a las mujeres de las garras de la vida patriarcal y fascista que llevan.

El problema de esta segunda salvación es que necesita mantener a toda costa los prejuicios construidos artificialmente por la tercera oleada feminista, la de la ideología de género, para poder sobrevivir y ser creíble. Eso la convierte en una salvación excluyente para la mitad de la humanidad, o sea los varones heterosexuales y casi todas las mujeres oprimidas por la maternidad, amén de sus hijos y maridos. Estas salvadoras son menos proféticas y más molestas pues se empeñan en salvarnos de cosas insalvables, que además son imposibles de erradicar. Y que incluso son buenas hasta que se demuestre lo contrario. Ya advierto que tienen poco o nada que ver con el feminismo de equidad, al que combaten con tesón. El problema es el género, no la igualdad ante la ley. Nostradamus.

Las feministas de género, por ejemplo, pretenden salvarnos de hablar correctamente y nos introducen el lenguaje inclusivo, que en realidad consiste en hablar mal y confusamente. Nos salvan haciendo que nadie sepa escribir correctamente. ¿Por qué quieren salvar lo que no es pecado? También quieren salvar a las mujeres de tener hijos, de tener pareja para toda la vida y de querer a alguien incondicionalmente, para la salud y la enfermedad o las alegrías y las penas. Enamorarse y tener hijos tampoco es pecado, pero ellas quieren salvar a la humanidad de hacer lo que toda la vida se ha hecho. Amar, perdonar y crecer en la adversidad. Todo es patriarcado y todo es pecado, dicen.

También nos quieren salvar de Aristóteles, de Platón y de todos los varones que en la historia han pensado, han soñado, han escrito y han investigado. Todo el pasado cultural es patriarcado, y por eso gritan «os tenemos que salvar, chicas». Mueran los filósofos y los artistas machotes; y vivan las mujeres. Porque yo lo valgo y viva mi vagina.

Yo creo que su salvación es una especie de narcisismo que en lugar de salvar a las mujeres, las condena a una muerte en vida, donde lo único valioso es su ego humano más absoluto. Lo malo es que además condenan al resto de hombres y de mujeres que no piensan como esta gente.

Lo más curioso de este mesianismo es que estas profetisas pretenden salvarnos de practicar sexo, porque también afirman que incluso el sexo consentido es violación (y no me lo invento, voto a bríos que lo dicen). Nos van a salvar de cosas que ni nos hacen daño, ni nos dan miedo. Para salvarnos manipulan a la opinión pública haciendo pensar que todos los hombres son machistas, agresivos y malos. Y que ellas son buenísimas, santísimas y que están hiper-oprimidas por el patriarcado. Ellas víctimas, y ellos verdugos.

Esta salvación en realidad no es tal, pues necesita condenar a media humanidad (a los varones) y tres cuartos más de mujeres (que todavía no se han liberado de sus maridos y que quieren a sus hijos y a sus fetos). Es una salvación que apuesta por el odio como solución final. Lo disfrazan de muchas cosas, pero esa es su conclusión final.

Personalmente sigo prefiriendo la salvación cristiana. Un Dios que se hace humanidad y que muere de amor por nosotros, que nos redime de nuestros pecados desde lo profundo del pecado y de la vida y que nos proporciona una vida eterna, es mucha mejor salvación. ¡Dónde vas a parar! Además, ahora que es Adviento, se puede celebrar y vivir desde la intimidad del corazón, en la paz del silencio y en la venida del Niño en la esperanza de una mujer encinta. Lo dicho, una salvación así sí es una auténtica salvación. Tiene esperanza, que es lo que le falta a los demás. Por eso me apunto a Jesucristo y a su Reino. Marana tha. ¡Ven Señor Jesús! ¡Ven a salvarnos del pecado y de la muerte!