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EL PAN LECHUGUINO DE PUCELA SE COMIÓ LA BUTIFARRA CULÉ.

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¡Qué pena dan los aficionados de los equipos grandes, Barça y Madrid! Tan prepotentes los pobrecitos. Deberían mirar a su alrededor y defender los colores de los equipos de sus pueblos, sus atléticos y sus deportivos balompiés. Hay que aconsejarles encarecidamente que abandonen a los grandes por el bien del fútbol; y dejar los sueños de grandeza de los que viven en Madrid y Barcelona para los que viven y nacieron allí. El resto podría vivir perfectamente disfrutando del fútbol siguiendo al equipo de su pueblo. Vayamos al grano con esto.

En España todo el mundo es del Barça o del Madrid en estadísticas que sorprenden. El 35% se declara del Barça, y el 70% del Madrid. Luego sigue de lejos el Atlético de Madrid, con un simplón 15%. Y luego se acabó. Nadie es del equipo de su pueblo si no tiene otro más grande cerca que gane algo, y para cerca Madrid y Barcelona. Esta gente tiene el corazón dividido y no saben que hacer cuando juega el Madrid contra ellos. Les confunde la tele. Y es que yo creo que es porque no les gusta el fútbol, y para disimularlo se aprenden de memoria el peso y talla, procedencia y número de calzoncillo de sus jugadores. Y así les va.

Son ilustrados del fútbol, se creen que saben, y no han pisado un estadio en su vida, ni han visto evolucionar un equipo, ni nada de nada. Presumen más que una mierda en un solar (que decía mi abuelo) cuando ganan a un rival al que ningunean llamándolos “equipos pequeños”, “la otra liga”, y frases por el estilo. De hecho recuerdan más los partidos que han perdido que los que han ganado; y por supuesto, disfrutan más viendo perder a su eterno rival que ganando ellos. Son perdedores natos que ansían ganar algo importante alguna vez, pero como lo ganan casi todo, el fútbol no tiene aliciente para ellos, excepto conseguir el “casi”. Y lo contagian a sus equipos que son aburridos e indolentes, además de inmorales, claro.

El Madrid solo sabe jugar bien cuarto de hora por partido. Lo suficiente como para meter tres goles. Luego en su arrogancia aburren al respetable, cuando salen saludan a los niños discapacitados (para que no digan que no tienen alma), y se acabó. Dan poco ejemplo de trabajo y sacrificio, y no parece gente de bien (que no digo que no lo sean en su casa), excepto los que se sientan en el banquillo y los ceden al año siguiente. El Barça otro tanto de lo mismo, aburren tocando y tocando el balón mientras te meten goles y goles. Un coñazo.

Yo que voy al campo lo he visto: cuando los grandes no ganan reciben ayuditas de los árbitros, que siempre arbitran molestando al equipo pequeño (comprobado estadísticamente). Los equipos grandes suelen ser muy protestones y chuletas (que si el campo, que si me ha empujado con la ceja…), pero casi nunca los echan por mucho que den la lata al árbitro. Se les sanciona con benevolencia, y presumen de que gracias a ellos hay fútbol en España. En cambio, con los pequeños el trato es otro. Somos la morralla para los de la LFP, para los periodistas nacionales y para sus titulares, que siempre ponen algo tipo “el barça perdió, o el Madrid ganó”, pero nunca el Valladolid ganó. Aunque lo haga. Es la misma cantinela desde hace años, pero no por antigua deja de sonar entre los modestos de las liga.

Lo único importante para los “barsamadridistas” es ver que hace el rival, a ver si la caga empatando. La liga por arriba es siempre igual, a nadie se le ocurre pensar que la liga la pueda ganar otro que no sean ellos. Son rivales pero en realidad son el mismo equipo. El Barça y el Madrid son el mismo equipo, el de los “Prepotentes Fútbol Club”. Y sus aficionados son de uno u otro equipo por antojo, que es como decir porque se me ocurrió. Nunca he visto conversos del Madrid o del Barça, gente que cambie de equipo, y es porque son el mismo equipo. Los demás somos mucho más dignos, somos de nuestro club manque pierda. Y nos acordamos más de las victorias que de las derrotas.

Me detengo en la afición pucelana que destaca por sí misma. En primer lugar tiene un estadio acorde al hablar de la gente. Zorrilla, un gran poeta. Los comentarios en las gradas sobre el juego son auténticos recitales narrativos. Mira sino a Leo Harlem, pucelano sin tacha y gracioso como nadie. En Valladolid: cada tres aficionados cuatro entrenadores, es verdad, pero lo importante es el sosiego y respeto que nos produce siempre el rival. No gritamos más de la cuenta, y por supuesto no cantamos nada de nada. Ni cuando hay que cantar. Esto es porque no nos gusta escupir las migas de nuestros bocatas al vecino de delante. Como mucho tiramos pipas, y pocas porque se congelan las manos.

Pero esto no es frialdad, es educación. En Zorrilla solo insultamos al árbitro y poco. Con un aislado “pelele” y “ponte gafas” vamos sobrados de agresivos. Siempre hay excepciones en peñas miméticas, pero son los menos. Aquí todo es muy nuestro. Con decir pelele ya hemos recreado la condición humana lo suficiente. No nos enfadamos, ni vociferamos poniendo la cabeza al otro como un bombo como hacen en los demás estadios, donde insultan a los suyos cuando juegan mal. No tienen corazón ni sangre blanquivioleta y se nota. Otras aficiones son muy pesaditas, se ponen a cantar, a saltar, y a gritar animando a su equipo. En Zorrilla no animamos al equipo, simplemente somos parte del equipo, y solo hacemos la ola cuando tenemos el resultado garantizado, o sea casi nunca. En Valladolid todos corremos por la banda, ganamos y perdemos sin aspavientos, con la pena y la alegría del que quiere a su club, sin exaltaciones que anulen nuestra noble condición, (esto es muy de Pucela). Aquí estamos por encima de los arrumacos y gemidos que dedican otras aficiones como la bética. Está muy bien para ellos, pero aquí somos tranquilos, porque las formas es lo fundamental, y en Valladolid andamos sobrados de buen tono.

Nuestros logros son efímeros, como todo el fútbol es efímero y pasajero. Pero aquí lo sabemos y no nos disgustamos por ello. Somos el único equipo del mundo (que yo sepa) que ha ganado un partido sin tirar una sola vez a puerta, gracias a que el rival lo hizo en propia meta. Y tenemos una Copa de la Liga, lo cual demuestra que nadie es perfecto. Eso nos hace ganar en humildad. No exigimos al equipo más de lo que puede dar, y si no ganamos la Champion todos los años es porque no tenemos pasta para hacerlo. Por eso nuestro mérito no es nuestra masa social, ni nuestro patrimonio. Nuestro éxito consiste en haber patentado un estilo de juego único en España: el vencemuelas, que ahora paso a explicar, y cuya última víctima ha sido el Barcelona Fútbol Club, y cuyo estadio se llama traducido: Campo Nuevo. Aquí nuestro Campo es Grande, pero ese es otro tema.

El Vencemuelas consiste en que cuando parece que vamos a perder todos los partidos que nos quedan, cuando nadie apuesta por el Pucela, entonces los jugadores (que sueñan con jugar en el Barça y el Madrid), como no los fichan porque allí no hay hueco para nadie sin abuela, pues deciden ese día ser cojonudos. Y te meten goles de chilena, de falta, de corner, en plan Rubén Cano como el otro día, o como sea. Así es el Pucela. Aquí se han formado muchos buenos jugadores, por ejemplo Diego Costa, Hierro, García Calvo o Caminero. Y los tenemos a pares: los Zarandona, los Lesmes y los Barajas. Ahora todo el mundo habla de Costa, pero había que verlo deambular por Zorrilla cultivando la humildad y la impotencia para cuando volviera al Atlético de Madrid. Fue un año que bajamos a Segunda, creo, y al siguiente volvimos a subir  haciendo lo mismo pero con mejor defensa. Que segunda es eso. Nos da igual.

Con el sistema Vencemuelas hemos vencido al Barça, eso nos convierte en los mejores de la Liga, así que a animarse y a ganar. Eso es Pucela.

Yo no sé si nos salvaremos este año, y es que todo el interés de esta liga la estamos poniendo el Pucela, el Rayo (guiño a Alba), el Betis, el Málaga y los malos de siempre, pero esto es así, los grandes aburren, pero como tienen afición atraen a los bares al respetable los fines de semana. Es mejor ir a Zorrilla. Yo no me pierdo otro partido.

Ah, y tenemos otro éxito: no perder ni un partido la única vez que jugamos la Uefa, nos echaron empatando. ¿Alguien da más? El Pucela es único, por eso nuestra sangre es blanquivioleta: resucitada y mortecina a la vez.