Está claro que necesitamos unas lecciones extras de educación en las redes sociales, «la cosa nostra», o sea internet. Me dirán algunos que la educación en general anda de capa caída, y es verdad. Pienso, a bote pronto, en cualquier tienda de ropa regentada por jovencitas recién contratadas, de las que se esfuerzan por tratarte educadamente, pero que no les termina de salir. Entonces recurren al buenrrollismo, o sea, te tratan guay, del tipo, «hola chicos», «hija, te queda fenomenal» y demás colegueos, donde el tuteo que despliegan sin pudor es lo siguiente a insoportable. Se creen que son familia nuestra, y estoy seguro de que les encantaría formar parte de ella. Pero no. Como dicen algunos, no somos iguales, aunque algunos, acérrimos al buenismo, se empeñen en rebajar todo lo que no es mediocre.
En mi opinión, el pulso real de una sociedad se puede comprobar viendo el «insulto ordinario» en la red. Casi siempre es anónimo. Es decir, la gente no pone a caldo a su cuñado en facebook porque todo el mundo lo lee, y se lo pueden contar, y se te cae el pelo. Ni uno manda a la mierda a sus amigos, aunque piensen distinto a uno, ni les llama hijos de puta, así, por la cara. O sea, justo l0 contrario de la red, donde la peña se vapulea de lo lindo, se explaya a gusto y se quedan más agotados que un gato viendo un estanque de peces epilépticos.
Insultar sin ver la cara del otro, que es tanto como sin dar la cara, implica cobardía, zafiedad y pobreza moral. Los pseudónimos, nombres artificiales o virtuales, y la distancia del ordenador por medio, ha convertido las relaciones sociales, los foros y los chats en un auténtico estercolero. Son el espejo de la humanidad, la prueba de que las guerras son nuestra forma de entender la vida propia y ajena. Son el fin del Imagine de Lennon y del pacifismo de salón. Muestran, a las claras y sin tapujos, el carente amor por la humanidad de la mayoría de la gente. Pero además, exhibe la ignorancia en un escaparate donde sufro, por vergüenza ajena y porque me da grima, el alardeo del catetismo más orgulloso. Casi todos hacen bueno aquello de que «la ignorancia es lo más atrevido que hay». La gente está engolfada de soberbia para deslumbrar a los demás con su ira, que no sabiduría, se creen los mejores, y para que todos veamos que son unos genios de la opinión, nos dan lecciones a los que estamos equivocados, y por supuesto, si no nos convencen nos insultan abiertamente.
Sin duda estos foros de debate sacan lo peor de la gente, en las antípodas del espíritu de los Ilustrados. Si Voltaire levantara la cabeza y visitara un foro cualquiera de esos, estoy seguro de que querría ser cartujo con voto de silencio. Sería como la voz discrepante, razonable y educada, que aparecen de cuando en cuando por los contenedores de tales debates, de esas que no tienen nada que hacer en medio de una jauría de perros, con perdón para los chuchos que ladran y dan la patita, que sin duda están más civilizados que algunos simios alopécicos a los que les encanta darnos su visión de las cosas.
Y es que cuando cualquier tonto se pone a opinar, pues sale cualquier cosa de su boca; el listo se lleva las manos a la cabeza, y los políticamente correctos nos cuentan que todo el mundo tiene derecho a decir memeces. Por supuesto, faltaría más.
Para mi que la verdad sigue siendo una, grande y libre (mira que cosas), la diga quien la diga. Por eso, estos vomitorios de pensamiento social en la red, son lo que son. El que no sabe, no sabe lo que dice, por mucho que lo vista de vehemencia. Y el que sabe y conoce, aunque no explique nada, sabe y conoce.
Hay que decirles a muchos, que los que no opinan, no es porque no tengan opinión, sino porque no les gusta contar a todo el mundo lo que piensan. El que no manda la típica foto de Rajoy con orejas de burro, en plan insulto, es por que suele respetar las opiniones de aquellos que sí les gusta Rajoy como presidente. ¿Tan difícil es entender que no todo el mundo es exhibicionista de sus ideas?
Yo viendo las redes me asusto, porque compruebo lo difícil que es opinar contracorriente de cualquier cosa. Y entre esos me incluyo a mi mismo, bastante discrepante de lo políticamente correcto, más por irracional, que por abundante. En fin. ¿Se atreve alguien a defender al toro de Vega? ¿Alguien paciente dispuesto a explicar los contenidos de su fe católica? ¿Algún voluntario en discrepar y decir que la Merkel es estupenda, y que Rajoy lo ha hecho bien? Ni los del pepé se atreven. Antes te defienden como demócrata a Franco con la Pasionaria montando un affaire.
Yo antes, por entretenimiento, aprovechaba para escribir algún comentario ambiguo, medio correcto medio airoso, y lo metía de rondón en la red en cuanto salía una noticia de yahoo. Luego comprobaba que era de los más aplaudidos, aunque pusiera bobadas políticamente correctas. «Les vamos a dar pal pelo» fue la más aplaudida, y eso que no decía a quién íbamos a dar nada. Si entraba en el mismo foro con otro nombre, e intentaba explicar algo con argumentos, era reprobado inmediatamente por catetos con faltas de ortografía. Que esa es otra, la gente que escribe con faltas y se creen grandes intelectuales.
No nos igualan, y eso de Julián Marías, que ha afirmado que la red ha agrupado a los estúpidos, no es cierto. Por desgracia, la red agrupa todavía a todo tipo de personas. El otro día recibí la opinión discrepante de un lector de este blog, por supuesto con un tono cortés y educado. Algo que, por supuesto, agradecí.