Lucia Etxebarria y Plutón.

Lucía Etxeberria y lo que representa está en las antípodas de mis convicciones, pero me gusta. Y lo reconozco sin pena. Me acabo de leer sus dos primeras novelas, y necesito descansar releyendo al genial Gabo, que será lo que haga a continuación. Uff, dos cañas, por favor, que tengo fatiguita con Lucia.

No es que no me guste Lucia Etxtebarria, es que me empalaga un poco. No por la ideología, que por repetida en nuestra sociedad se ha vuelto cansina, sino por la sensación de verborrea que tengo cuando la leo. Es como estar con alguien que no te deja meter baza, que habla por los codos, que corta trajes sin pestañear, que marujea a diestro y siniestro, que te cuenta, en resumen, su vida, sin más motivo que… ¡para eso hemos quedado! ¿no? Pues eso. Caña y rollo, te guste o no.

Reconozco que a mi, esa literatura para señoras rompedoras me astraga un poco, y es que tienen mucho de coñazo personal y exhibicionismo particular. Es una novela tipo cotilleo, de las muchas que hay: Keyes, Moccia, Sebold o Pancol. Lucia Etxebarria las supera a todas, no en flato, sino en estilo y buena escritura, y eso hay que reconocerlo. Al menos de lo que conozco, que supongo que no es mucho. Dentro de la literatura calificada de feminista (o como quieran llamarla las eruditas del ramo), Lucía Etxtebarria destaca porque construye sus personajes (los que le son cercanos existencial e ideológicamente, los otros creo que menos) con finura, profundidad y elegancia. Y eso es para destacar. Ya me gustaría a mi hilar tan fino en la mente de las adolescentes de los ochenta-noventa, para construir así, con tal precisión un personaje. Aunque también creo que el histrionismo sobra, no sé si de la escritora o de los personajes, porque me temo que tiene mucho de ambos, y que los personajes son tan biográficos, que parece que uno puede conocer a Lucia a través de ellos. Supongo que esa es su pretensión, convertirse en chica Almodóvar. A mi me molan más Alaska y Mario, que son más entretenidos y auténticos. Pero haya gustos…

Sin duda, le sobran a sus novelas la constelación de plañideras feministas que la defienden por guay y rompedora, porque sus novelas, de momento, más que feministas, me parecen como de adolescentes perdidas rebuscando en contenedores de basura. Porque allí es donde aclaran sus identidades sexuales, religiosas y existenciales; allí es donde descubren el placer que los domina, el egocentrismo solidario, y el odio a los fascistas (en sentido tan amplio que caben hasta sus padres). De alguna forma retrata el germen de la cultura podemita, capitaneada por el inefable Pablo, y su amor escabroso Tania. Pues eso.

Yo reconozco que no sé casi nada de Lucia Etxebarria, del famoseo me refiero. No sé si es lesbiana o no, si tiene cinco hijos o ninguno, no tengo ni idea. Ni sé si le ha regalado a los actuales reyes sus bragas de encaje negro. No  lo sé y tampoco quiero dar ideas así, por el morro. He visto por internet que estuvo en un programa de la tele y salió trasquilada, cual oveja en jauría de lobos sedientos de carne fresca. Y que le gusta provocar, lo cual es un oficio bastante complicado en el mundo de hoy, donde hay gente que está provocando todo el día para mantener la audiencia. De hecho, acabo de verla en una foto que colgó desnuda en facebook, que me pone bastante menos que sus personajes, donde oculta lo que pretende enseñar (no doy más pistas). No creo que necesite hacer tonterías para escribir bien, pero supongo que vende más si hace tonterías. Yo prefiero sus libros a sus tonterías, aunque supongo que no le pasará igual a todo el mundo.

He repasado su biografía, y ha seguido escribiendo y parece que mucho y con éxito, pero por ahora voy a descansar de esta buena escritora. Ya veremos en el futuro, porque «es tan corto el amor y tan largo el olvido». Así que me centro en las obras que he leído. Dicen que plagia algunas obras ajenas, con párrafos enteros. No sé como se le ocurre, pero es otra forma de provocar. Seguro que era los párrafos peores de sus novelas.

Amor, curiosidad, prozac y dudas es la primera de sus novelas, y la primera que he leído. Me ha gustado, sexo, droga y rock and roll. Bien. Niña mala de padres pijos. La segunda fue la ganadora del premio Nadal del año 98, y lleva por título Beatriz y los cuerpos celestes. Casi lo mismo. Hasta el punto de confundir los personajes de una y otra. Niñas malas, padres repijos y remalos. Las dos me parecen casi lo mismo. Atmósferas densas de ciudad, donde los nubarrones son las drogas y la identidad sexual. En el caso de Beatriz me ha gustado la búsqueda en sí del personaje central, y es bastante mejor que la primera, lo cual le hace merecedora del galardón que atesora. Retrata un aspecto de una época. Bien hecho. Yo en esos años trabajaba como monitor en un centro de toxicos, así que estoy al otro lado de la valla.

Lucía me ha gustado y me ha sorprendido gratamente. No me ha emocionado, como lo han hecho otros autores, pero es normal que así sea. Describe un mundo en las antípodas de mi mundo, si Lucía es mercurio, yo soy plutón. Los opuestos se atraen, imagino, y aunque cada cuerpo celeste es distinto, y el mundo que recrea es el suyo, el que ama y el que domina, no puedo dejar de admirar el arte con que escribe. Enhorabuena. Mi mundo es otro, aunque como escritor todavía no sé bien cuál.

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