Los que tenemos memoria, porque ya vamos para talluditos, recordamos los años pasados de actividad política de Alfonso Suárez. También recordamos como fue insultado y despreciado por muchos que hoy lo ensalzan y alaban. Sin duda, la historia pone a cada uno en su sitio, y el bueno de Suárez, un hombre marcado por la tragedia política y familiar, está hoy en la memoria de los españoles como un hombre básicamente bueno y honrado.
Pero esas agradables palabras no siempre las escuchó, y es que Suárez fue siempre, un hombre molesto para los españoles.
Suárez fue acusado de ser joven e inexperto. La envidia fue siempre un pecado muy nuestro, y los prebostes del régimen franquista lo acusaban de ir demasiado lejos a lugares donde se debía llegar con más años que la Montiel.
Suárez era insultantemente joven para los tradicionalistas, y de hecho su imagen era la más opuesta a la de los viejunos que se quedaron con la miel del poder en los labios: Carrillo o Fraga. Los jóvenes, como González y Suárez triunfaron en una España que quería juventud y renovación. Fraga, cuyo talante era lo más parecido a un trolebús sin frenos, era muy experto, pero poco agraciado, y todo hay que decirlo, si luego continuó en la política es porque se convirtió en la única derecha posible en nuestro país. Se fueron los de la derecha moderada, y no le quedó más remedio a Aznar que moderar su discurso político cuando asumió la vieja Alianza Popular. Se hicieron liberales, democratacristianos y conservadores a la vez. Casi nada.
En cambio Suárez era un hombre atractivo, cálido, inteligente, simpático, y por supuesto guapo. Porque todo hay que decirlo, los presidentes de la democracia han sido feos con avaricia. Menos Suárez, que era un tío apuesto y sonriente. Calvo Sotelo era muy listo, pero feíco. Felipe González parecía un calé despelujado y bullanguero, aunque en pocos días se hizo un tío fino. Aznar cuando ríe sigue dando un susto al miedo, y Zapatero o Rajoy tampoco son unos bellezones. Salvo para sus familias, claro.
Suárez molestó a la izquierda, que siempre pensaba que tenía el monopolio de la solidaridad, la justicia y la paz. Fue acusado de ser franquista, entre otras cosas porque procedía del franquismo, lo cual es una verdad a medias. Suárez fue un chico de Acción Católica y un adolescente de Falange. Aunque yo con el tiempo creo que era más cristiano de sufrimiento y cruz que un camisa azul de los de brazo en alto y gritos al aire. Creo que pensó en todos los españoles, y eso era molesto para los que pretendían que España fuera para los de su mitad. Esto Carrillo lo entendió muy bien, y apareció con la bandera española respetándola y asumiendo a los que no eran como él. Nunca sacó la bandera republicana pidiendo tonterías, y es que Carrillo era un tío serio.
Suárez trajo el divorcio a España, y con ello el insulto y el desprecio de muchos cristianos conservadores que no entendieron lo que suponía gobernar para todos, y no se lo perdonaron. Votaron a Fraga en el 82 a pesar de ser más feo. Lo que son las cosas. Suárez encima también se cargó el franquismo, al que pidió que se suicidara en el año 76, y lo consiguió. Lo cual para muchos de entonces fue algo imperdonable. Se convirtió en un traidor a Franco. Un caso.
Suárez no gustó ni a las derechas (su partido de UCD) ni a las izquierdas (PSOE y PCE) y se vio más solo que la una. Y dimitió como presidente del gobierno, lo cual no se ha vuelto a repetir en nuestro pais.
Yo estoy convencido que en España no había sitio para él en la política nuestra, tan amiga de enfrentamientos e insultos. Para la derecha era un traidor, y para la izquierda era una franquista. Y se quedó en medio, y fundó el centro político: primero UCD y luego CDS. Los dos fracasaron.
Aquí queremos partidos que den caña, que insulten y persigan al adversario. Que inventen guerras que los otros no hacen, y que se rían del otro en mítines políticos. Queremos ridiculizar al adversario político con frasecitas chorras. Los otros y los nuestros, y no salimos de ahí. Suárez intentó el pluripartidismo, pero no lo logró. Yo creo que es que insultó poco a sus adversarios.
Cuando lograron a finales de los 80 buenos resultados en las elecciones municipales pactaron con el PSOE primero y con el PP después. Nadie entendió el vaivén. O eran de derechas o eran de izquierdas, pero no se podía ser así, como de centro y mal sentado en todos los sitios. Y las siguientes elecciones perdieron todos los escaños que obtuvieron antes, y se acabó el pluripartidismo en España.
Luego dejó la política, y empezaron todos a hablar bien de él y de su actividad política. Los españoles empezaron a quererlo cuando la vida lo azuzó con la pérdida de su esposa y su hija. Nos gustan las historias trágicas, y consolar a un perdedor siempre es el deseo de toda persona de buen corazón, eso hace que la tragedia de su familia, su soledad y su pena hayan calado más hondo que su centrismo político. Su enfermedad de Alzheimer de los últimos diez años ha sido muy significativa.
Olvidó quien fue, igual que los españoles tendemos a olvidar nuestra historia, espero que no definitivamente, presidente Suárez.
Antonio, a mí lo que más me preocupa es que, por desgracia, muchas de las cosas asentadas por este gran hombre en la Transición, se llevan dilapidando desde hace años, poniendo en serio riesgo la convivencia y la unidad del país para las futuras generaciones. Dios quiera que aprendamos la lección de Suárez de concorsdia y unidad, pero me da a mí, que muchos, hoy por hoy, la mayor parte en los sectores más ultras del PSOE, en IU y los Nacionalistas en Bloque se quieren cargar el legado de Suárez. Espero que el sentido COMÚN, precisamente buscando el bien común y la concordia, conseguidos por él, sirvan como modelo, pero me da a mí que no se le puede pedir peras al olmo. Lo que digo: algunos buscan separatismo, revanchismo histórico contra no sé qué fantasma y un largo etc….y, con respecto a Carrilo, que en Paz descanse, habría mucho que decir. La verdad es que su comportamiento fue ejemplar en la Transición, pero el otro Carillo (el negativo, el de Paracuellos y el Guerracivilista) salió a relucir los últimos años de su vida, dando un giro de 180 grados a lo que hizo en la Transición y marcando una hoja de ruta, precisamente no muy encaminada al Bien común, pero eso es harina de otro costal.
Ahora le ponen su nombre al aeropuerto de Barajas! Tengo que decirle a la directora del IES Fray Diego Tadeo que le cambiemos el nombre al Centro, también por el de Suárez, antes de que se les ocurra en su pueblo natal: Cebreros cuyo instituto se llama Hermenegildo…
Lo cierto, mi querido Maga es que la izquierda de la transición creo que fue más responsable que la actual: renunció al republicanismo, renunció al federalismo, y parecía más dispuesta a consensuar políticas distintas a las propias. La crisis económica, que ha salpicado a la actividad política, ha destruido la capacidad de muchos para dialogar y buscar salidas responsables y dialogadas. No es toda la izquierda, por suerte.
IES Duque de Suárez. Creo que suena bien. Podríais mantener un duque igualdad, y recrearos en la paradoja.
Antonio, a propósito de cómo han cambiado las cosas desde la época de suárez, ¿a ti, qué te parece que hoy en día se permita que a la Policía se la trate así y que encima les den órdenes de no intervenir ante grupos de salvajes?
http://www.elmundo.es/espana/2014/03/25/5330dff0ca474142348b4584.html?a=6b9efc0f2cd25afda1f25286b11f9a60&t=1395740059
Un saludo Maga, y gracias por participar en esta bitácora.
En mi opinión la responsabilidad para evitar que en las manifestaciones se dañe tanto a manifestantes como a policías es el gobierno. Todos son personas, y los policías no son menos ciudadanos por estar haciendo su trabajo.
Un trabajo que es cada vez más complicado por culpa tanto de la negligencia política como de la violencia neonazi de los grupos radicales y antisistema que proliferan por el país.
Sin embargo no he visto dimisiones políticas de ningún tipo. Tampoco entiendo que los agresores salgan de «rositas».
Sinceramente: a los gobiernos les sale más barato «políticamente» 50 policías agredidos que 50 manifestantes agredidos o en la cárcel. Y esa contabilidad, desde el punto de vista ético es lamentable. Las personas tienen dignidad y las cosas precio. Que sea más barato agredir a un policía que a un manifestante supone cosificar a las personas, y degradar moralmente la actividad política.
Esa es la pena, que el interés político (no olvidemos que estamos en vísperas de las elecciones europeas) marque actuaciones que deberían estar guiadas por la responsabilidad y la ética del deber y del bien común, que tan bien expresó el filósofo Kant.
Creo que los políticos tienen derecho cometer alguna estupidez en su gestión, pero no a que nos tomen por estúpidos a los demás, y en este caso los gobernantes parecen desinteresarse bastante por la policía (funcionarios del Estado) y ningunear a los manifestantes que lo hicieron pacíficamente, que creo que fueron la mayoría.
El deber, nuestro deber, sigue siendo entender al hombre como un fin, y no como un medio, y es obligación del político escuchar y actuar con coherencia y responsabilidad. Lamentablemente no es fácil cuando el neurotransmisor del cerebro de muchos compatriotas nuestros dedicados al noble arte de la política destila jugo de cebolla con horchata de trepa.
Gracias y gracias a todos los lectores del blog.