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Imaginando el futuro. Virgencita que me quede como estoy.

Es uno de los temas que más que mola, el futuro. Pensar en lo que sucederá cuando no estemos aquí. Me imagino que si se llega a conseguir, gente que no muera, será a costa de que no nazca ni uno más. Pero quiero ser realista, así que vamos a por la tecla del ordenata con prestancia y vamos a desgranar lo que de verdad sucederá. Átense los machos que entramos en materia.

Dios mediante, es decir, siempre que no se acabe el mundo el próximo mes; que no sería raro dado el devenir humano, probablemente seguiremos muriendo. Es probable que en algunos lugares se consigan avances médicos infinitos, de esos que hacen flipar a la peña, pero precisamente por eso, no creo que estén disponibles para la mayoría de la población. De hecho, en la actualidad, la mayoría de los avances médicos no están disponibles ni son cercanos a una inmensa parte de la población. Unos avances que hagan a un 20% de la población inmortal son simplemente un insulto para el resto de la humanidad. Se generalizaría el exterminio de los inmortales mediante bombas de mano y accidentes de tráfico. Nada. Mejor nos quedamos como estamos, todos mortales y ya está.

Lo que sí estoy seguro es que algunos continentes soportarán a otros. Africa, por ejemplo, seguramente será un inmenso basurero, donde los detritus, los electrodomésticos viejos, los residuos nucleares y los plásticos recogidos de los países con conciencia ecológica, o sea de nosotros, camparán por todo el continente, de norte a sur. Digo yo que descubrirán, un año de estos, que la antártida es un excelente lugar para almacenar basura, y lograrán cambiar las condiciones del continente helado. La basura nos comerá, así que habrá que prepararse para enviarla al espacio. Será la tercera fase del ecologismo pacifista. Total, la basura espacial ya existe, y por un poco más… pues eso. Mejor nos quedamos con la basura que ya tenemos, y ni un poco más.

Lo de los móviles será un cambio curioso. La gente no llevará el móvil fuera del cuerpo, sino metido en su cerebro. Bastará con conectarse mentalmente a cualquier sitio güebe para ver las chorradas y los chistes del día que fluirán como el magma. La mente dejará así de ser un espacio íntimo para convertirse en un lugar comunitario. Será curioso pillar a los pederastas, a los machistas y a los librepensadores tocando los huevos al personal con pensamientos tóxicos. Igual que ahora en las redes sociales, pero en plan mental. Todos conectados y todos hablando sin que nadie escuche nada. Molará. Por supuesto habrá antivirus para evitar que nos inunden los malos con sus raciocinios provocadores. Antivirus vendidos por los mismos fabricantes de móviles intercerebrales. Seguramente nos saludarán con una frase certeza: Bienvenido a tu cerebro de gilipollas.

Por supuesto, es fácil de deducir, no habrá novedades musicales, ni pelis nuevas, ni libros ni nada artístico novedoso, porque el pirateo será tan generalizado que se llamará cultura solidaria. Las descargas serán legales, pero no habrá nada que descargarse, porque casi nadie podrá pensar nada nuevo sin que se lo pillen y se lo roben de la cabezota. Eso sí, habrá gente que estará todo el día recitando a Neruda. Ale, que os den.

La comida será igual que la de ahora. Un buen cocido, como el que nos pimplamos el domingo pasado, no puede extinguirse. Pero cambiarán los ingredientes, y será un cocido sin chorizo, sin tocino, sin gallina, sin ternera y sin jamón. Ganarán los hervíboros que nos obligarán a comer brócoli. Será una mierda de cocido, deconstruido y sin parecido al actual, pero es lo que hay. Siembra polvos y recogerás lodos.  Salvo los subversivos cristianos, que seguirán zampando cerdo a tutiplén, el resto declarará al cocido comida non grata, antisolidaria y nefanda. Lo dicho, mejor nos quedamos como estamos, y seguimos comiendo cocido y yendo a misa.

Si triunfan algunos postulados actuales, seguramente la humanidad esté llena de abuelos bicentenarios en los países ricos; y de cadáveres los países pobres. Casi como ahora pero más. El sexo será un gran negocio, y probablemente haya un importante intercambio de jovencitos que satisfagan las ansias de los aventajados y envejecidos sabios de la humanidad. Será un gran mundo, lleno de avances y de esclavos. La mayoría de edad estará en los 75 años, y el resto será una panda de adolescentes que no podrá gozar de derechos, pues no estará preparada para ello. Casi como ahora, que la adolescencia llega a los 25 años, según los sociólogos en extinción. Mejor que ahora no será, no. Ver para creer, oyes.

No habrá sexos ni géneros. La gente se extirpará los genitales nada más nacer y se implantará micropenes de caracol, para poder masturbarse a gusto. Los más radicales estirparán sus micropenes a los cuarenta y dos años y se instalarán una lechuga para dar ejemplo de independencia y autenticidad. Será la leche, porque eso hará que prolifere la cría del caracol hermafrodita. El dato más negativo será que el aborto de hueva de esturión será castigado con una semana de vacaciones a un basurero africano, sin pena revisable ni nada.

La educación no estará informatizada. Tampoco habrá profesores ni maestros. En realidad no habrá educación. ¿Para qué sirve la educación si ya tendrán los móviles en la cabeza? Lo que habrá serán antivirus más potentes y grandes programas de mejora cerebral para el rendimiento y la vida moderna.

¿Sigo? Venga un poco más, que me mola.

La gente no viajará, porque será peligroso salir de casa. Lo más probable es que la gente viva en casas aisladas y pequeñas. Tendrán todo lo que necesitan en ellas. Una planta, un perro, y una pantalla conectada a alguien que nos suministrará el cocido deconstruido. Para hablar con alguien ya estarán nuestras cabezas. Digo yo que algunos habrán salido del planeta, pero será por no compartir tanta mierda con el resto. No habrá pobres en el mundo, porque los habremos extinguido desde el norte con nuestra basura radioactiva. Igual queda el de mad max, pero no creo. Lo que sí habrá serán algunos independentistas catalanes colgando su banderola en la cola de sus mascotas e insultando a los vecinos. Habrá que mandarlos a África por pesaditos…

La religión existirá en clandestinidad. Estará perseguido rezar y tener alguna idea relativa al más allá que ponga en peligro el nuevo equilibrio mundial. A pesar de la propaganda constante, habrá cristianos… y es que algo esperanzador tendrá que haber. ¿No? Me los imagino celebrando la Eucaristía y comiendo fraternalmente un plato de cocido  clandestino, con su chorizo de invernadero y su tocino rancio. Será los Domingos, claro. Un día que ya no existirá en el calendario laico del planeta.

Virgencita, Virgencita… ¡qué me quede como estoy!