
«Si hubiéramos confinado a los menores de treinta años desde el principio de la pandemia, nos hubiera ido mejor». La frase es casi mía, pues eso pensaba hace un año. La comenté en privado y varios me dieron la razón. Otros me la quitaron bajo la premisa de que no eran los únicos culpables, y que había gente de más edad también muy irresponsable. No puedo decir que no.
Un año más tarde, y con el vendaval de idiocia que nos sacude, tengo que afirmar que me quedé corto en la cuestión de la edad, pues ciertamente hay mucho insensato con cuarenta años y subiendo. Pero también es verdad que las fiestas privadas son de jóvenes y para jóvenes, y no para padres de familia. ¿Me siguen?
También estoy seguro de que los menores de doce años dan mil vueltas a los australopitecus de dieciocho primaveras a la hora de obedecer. De hecho, no son precisamente los niños los que van por la calle sin mascarilla. Me fijo más en los muchos jóvenes que se la quitan cuando salen por ahí, como que se relajan y se les olvida. Y además les da igual y se la suda. No todos, por supuesto. Pero son los que se divierten y vociferan que se lo pasan superbien.
El otro día, casualmente recriminé a un idiota que durante el recreo en su centro educativo (casualmente en la calle peatonal en la que vivo) se entretuvo fumando, escupiendo y bebiendo RedBull con su horda de palmeros. Le pregunté que si en su casa también escupía, y el hijo puta, además de volver a escupir, me dijo que sí. Sus profes mostraron su disgusto, claro; y el chaval se recolocó los testículos, que es lo propio del que razona con la polla. Gente sin traumatizar, y el filósofo a pensar.
No digo nada nuevo de la juventud-excremento. También hay mucho vagabundo que pasa de todo, y mucho chulo que utiliza la mascareta de babero. Enfín, casi los que mejor se comportan son los abueletes y jubilados cuando no fuman, y es que vivieron con Franco, y eso imprime carácter. Aunque tampoco es como para tirar cohetes. Ni por Franco, ni por los abuelos pongo yo la mano en el fuego.
¿Qué está sucediendo para que nuestra sociedad en su conjunto se comporte con tanta inmoralidad? De acuerdo, son minoría y muchos cumplen y tratan de educar y de cumplir. Añado con magnanimidad a los negacionistas, que al ser objetores de conciencia opinan que hay que quitarse la mascarilla, y que por eso no hacen nada malo. Vale, venga ampliamos el grupo. La pregunta que yo me formulo es cuántos incumplen por sistema, cuantos lo hacen a menudo y cuántos esporádicamente. Porque está claro que algunos no distinguen el bien del mal por falta de formación, que no de información. Estoy seguro que nadie ha investigado a nuestra juventud con preguntas éticas, y también estoy seguro que no lo han hecho porque esas preguntas no tienen perspectiva de género, y por consiguiente no reciben subvención. ¿Alguien sabe algo por ahí fuera?
Me sorprendió la declaración que escuché en el telediario el otro día con motivo de la caída del toque de queda. «Ya sé que esto está mal, pero aquí estamos». Lo dijo una chica en Salamanca, o puede que Madrid, rodeada de energúmenos emocionados por poder salir una hora más tarde de lo habitual. Lo dijo en plan racional, como que era la lista de la clase y distinguía lo que estaba mal, pero no podía hacer otra cosa. Asombroso.
Mi pregunta no puede ser más directa, ¿Cómo puede un adulto, teóricamente bien formado, carecer de autocontrol con una cosa tan nimia como quedarse en casa? Con esta frase no debería sorprendernos que el concejal de turno estire la mano y nos robe. Digo yo que la tentación de afanar unos milloncejos es más intensa que la de salir a las dos de la mañana a capullear.
El problema no está en saber lo que está bien o mal, sino en tener la voluntad para gobernar la propia vida. Diría Kant, obrar conforme a deber. Y eso, me temo, es algo que molesta terriblemente al moralismo relativista al uso, donde el bien y el mal se acomodan según la circunstancia. De esto, la clase política es experta. Nunca ven la viga en el propio ojo.
Todo son preguntas. ¿Qué le podemos decir al papi que tira a sus hijos al mar cabreado con su dona? Está mal pero aquí estamos. ¿Y al nazi que agrede a un vagabundo? ¿Y la niñita que se folla a la mitad de sus compañeros de clase porque dice que es polimórfica? ¿Hay algo que esté mal y que podamos corregir?
El problema ético de nuestra sociedad, y no hablo sólo de la española, toma dimensiones catastróficas. Muchos están más allá del bien y del mal. Pero a diferencia de lo que alumbró Nietzsche, no son superhombres, sino niños malcriados que se ponen a llorar por nada. Los hipersensibles saben que está mal, pero no pueden evitarlo. Luego se pondrán a llorar, o a aplaudir, porque es lo que toca.
Solución de un filósofo. Los que saben que está mal y los que sabiéndolo siguen comportándose mal, deberían estar confinados. volver a sus jaulas. Y también deberíamos meter en prisión a los que idearon e hicieron grandes planes educativos para modernizar el país en dećadas no tan remotas. ¿Se acuerdan? no hay que traumatizarlos. De aquellos polvos, estos lodos.
Estoy totalmente de acuerdo con tus comentarios
Con todos mis respetos, estoy de acuerdo pero… Vale que al final te has metido con todos los rangos de edad, pero la culpa es de los de nuestra generación (la mía, 44) que mueven los hilos de la sociedad española actual. Son más influencers o youtubers que presidentes o alcaldes. Y como los filósofos estamos para filosofar y no para gobernar o actuar en consecuencia, pues nos tocará criticar a esos que teniendo responsabilidad, no actúan; teniendo un cargo público, no ejercen… Los chavales tienen padres (de mi quinta) o abuelos, que no les compren tantas Nintendos y Playstations… Eso es su responsabilidad y si no saben ejercerla, que no les hubiesen tenido. Para más señas, soy soltero y sin compromiso.
Repito, estoy de acuerdo con lo que expones, pero es tan extenso el tema que no da para sintetizarlo en un blog, ni aunque venga en trilogía y con secuelas varias.
Gracias por tu aportación. El tema es largo y extenso, desde luego, como es la realidad misma. La educación intergenerational dada de los últimos años explica muchos de los lodos actuales. Un saludo.
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