Dice la Sagrada Escritura que los primeros en adorar al niño Jesús fueron los pastores de Belén. Cuenta el relato de Lucas que estaban cuidando sus ganados, y que se les apareció el ángel que les anunció la buena nueva: «Venid, pastorcitos, venid a adorar. Al Rey de los Cielos que ha nacido ya». Desde entonces los pastores no han faltado en una celebración navideña, o un belén que se precie.
Me cuentan que los primeros villancicos castellanos se debieron pronunciar con el estruendo de las cencerradas, donde los fieles se congregaban en la Misa del Gallo vestidos con zurrones, y acompañados de campanas que tañían el «Gloria in excelsis Deo». Era la noche que esperamos ya, la noche santa que anuncia que ha nacido el Mesías, el Salvador del mundo. Y eso merece más ruido que otra cosa.
Sin duda, si hay un oficio divino es el de pastor. Pastores fueron Abraham, Isaac y Jacob. Pastor era David y pastor fue el difunto Abel. A Jesús lo reconocemos como el buen pastor que conoce a sus ovejas y que las llama por su nombre. Por eso hoy hablamos del pastoreo, en su lenguaje tradicional castellano. Palabras perdidas, pero que cobran todo su sentido, y que nos hacen pensar y disfrutar con el lenguaje casi perdido de nuestros pueblos y rincones.
Apacentar es llevar al rebaño a pastar, se llama también al oficio, pastorear y pasturar. Por eso se usa apastorado, a modo de adjetivo, al rebaño que es guiado por un pastor. Pastoreado, sería la forma menos vulgar, pero en algunos lugares, apastorado es lo propio y lo culto. Faltaría más.
El aprisco es el corral donde se recoge el ganado ovino para resguardarlo de las inclemencia del tiempo. El aprisco se divide con teleras, y se apartan las ovejas paridas, las por parir y las de ordeñar. Cuando resguardamos las ovejas individualmente lo hacemos en apartijos. Cada una en el suyo. Hay un sinónimo de telera, que es chamizo, tenada o chocil, y ahí aplaudimos a los del chami, que es el nombre que damos a los del Club de rugby de El Salvador de Valladolid, los del chami, chamizo. También se emplea otra palabra para lo mismo que es majada. Que era lugar de albergue de pastores trashumantes y de sus rebaños.
Majadar o majadear es llevar a los rebaños a determinadas tierras para que las abonen con sus excrementos. Eran trabajos más de verano que de invierno, donde se acudía al ivernal, que era la cabaña de montaña para los días de nieve.
Hemos mencionado las teleras, pero también hay que recordar que dentro de un corral estaban los jetos. Son las particiones que necesitamos para colocar a cada madre con su cordero. Se usa también la palabra chivero y zarzo. jotar será el verbo empleado para encerrarlos, pero también se emplean otros verbos como ajotar y enchocilar. Términos que no conserva la DRAE, pero sí nuestros pueblos. Por cierto, cuando se lleva a un cordero huérfano para que mame de otras madres se habla de mamentar. Pequeñajos siempre ha habido.
A las ovejas se les quita la lana del cuello, y esta acción se denomina de muchas formas, desde arcollar con su variantes ascollar, azcollar y escolletar hasta las formas atañizar, ateñuzar y tiñuzar. Variantes según los pueblos y las zonas. Todas indican lo mismo.
Rebaño que se dispersa conviene arreguedarlo, y esto también se dice de muchas formas. Atropar y avezar son algunas. Si lo resguardamos en un redil hecho con ramas de roble y matojos, entonces lo denominamos bardal. Si es por la noche, se tiende a llamar bardo.
El bardo estaba hecho de dos palos curvos que servían de soporte a un trenzado de varas y pajas de centeno. Luego se hicieron de piedra y hoy en día, se emplea la madera y las chapas viejas. Oído cocina. Ahí se guardan las ovejas y las cabras. También se emplea corraliza, más habitual y corriente.
Barrillera, comedero o barrera es el pesebre que se ubica en la pared. Ahí debió nacer Jesús, en una barrillera. Atoñada es el esquileo que se hace en septiembre, donde se les esquila el pescuezo y el rabo. La orden la suele dar el mayoral, que es el nombre del jefe de pastores que además lleva la administración y manda sobre los rabadanes, que son los jefes de cada uno de los rebaños. Hay un refrán muy al caso, que diría Sancho Panza, y muy sabio:
«más vale pastor de mis diez ovejas, que mayoral de diez mil ajenas».
Por cierto, ese pastor de ovejas propias se llama rebañego, aunque sean pocas. El sobrado es el pastor trashumante cuya categoría estaba entre pastor y zagal. Tenía misión de yegüero, de ocuparse de las yeguas, y también de migar el pan para las sopas con sebo, trabajo que debía terminar el zagal. Ir de sobrado, viene de este oficio de listos con la sopa de sebo, desmigar y a presumir.
El zagal era el último en la categoría de pastores trashumantes. Se le llamaba también hatero, sarruján, serroján o zagalillo. Solían ser principiantes, y sólo iban detrás en jerarquía el motril, que eran los niños que hacían recados en verano. El trabajo del zagal era el de hacer la sopa que había migado el sobrado. Pero también tenían que poner a mamar por la noche a las crías de la chicada. Lo de tocar el turullo, el cuerno para reunir al ganado, no era lo suyo, desde luego.
Termino con garabito, por ser palabra que me gusta y me agrada. Es un palo con forma de gancho se que usaba por los pastores para agarrar a las ovejas por las patas.
Y ahora el tamaño, para terminar. Un rebaño es un grupo grande de ganado ovino, pero si es más pequeño hablamos de hatajo, así, con hache. Un hato es un grupo de ganado lanar de dimensiones más reducidas.
A alguno de estos se le apareció el ángel. En la majada y ajotando el lechazo.