La santidad de los sencillos. Sainte Bernadette y Lourdes.

A nuestro mundo le sobran soberbios y le faltan Bernarditas como la santa de Lourdes, Bernadette Soubirous. La sencillez hecha aprendizaje, la niña que vio a la Virgen es mucho más que una vidente del siglo XIX. Es el triunfo de los sencillos y los pobres sobre los soberbios y los poderosos, es una bienaventuranza hecha vida. Felices vosotros…

Digo yo que la iglesia no la hizo santa por ser la niña vidente, sino porque el resto de su vida buscó la santificación de su alma. Una vida cristiana que he tenido la suerte de leer en el libro que les presento hoy: Bernadette vous parle (Bernardita os habla) de René Laurentin, que es uno de los estudiosos lourdistas más importantes que ha habido en la historia.

Sé de sobra que no suelen caer bien estos videntes, ni dentro ni fuera de la iglesia. Desde el interior suenan como a fraude y cachondeo con las cosas de Dios. ¿A cuento de qué la Virgen se va a aparecer a una niña ignorante y medio boba? La revelación está en manos de los sabios y entendidos, y una niña como Bernardita suele romper determinados estatus intelectuales. Soberbia, una vez más. Soberbia que nos sobra.

Pero fuera de la iglesia tampoco gusta esta gente. Suele ser tachada de medio tonta, alelada y enferma de alucinaciones. Si aceptaran que lo que han visto y oído fuera verdad, pondrían en jaque su también elevado estatus de racionalistas a ultranza. Soberbia también y creerse los poseedores de la verdad absoluta.

Por eso Lourdes y Bernardita me siguen interrogando, y siguen interrogando a unos y otros. A los de dentro y a los de fuera. Interrogan a los soberbios, por eso doy gracias a Dios por habernos dado una santita tan pequeñita como Santa Bernardita Soubirous. Saint Bernadette. Priez pour nous, merci.

La vida de esta niña raquítica y enfermiza quedó marcada por las apariciones de la Virgen en la cueva de Massabielle de Lourdes, que se iniciaron un 11 de febrero de 1858 y que terminaron el 16 de julio de ese mismo año, día del Carmen. Lo más curioso del relato de Bernardette es que estuvo plagado de una asombrosa y trasparente inocencia. No entendía lo que sucedía, pero lo contaba tal y como le pasó. Por eso su relato es fácilmente creíble. ¿Cómo explicar que no se confundiera al narrar lo que pasó y lo contó cientos de veces? ¿Cómo explicar que memorizara el nombre de Inmaculada Concepción para «aqueró», sin comprender del todo que era la Virgen María? Le llamaba la Señora, y «aqueró» (aquello). ¿Cómo no sorprenderse ante la aversión que sentía cada vez que alguien trataba de darle dinero, o de comprarle el Rosario? (se lo robaron varias veces). Bernardita fue una niña y mujer que soportó la enfermedad y el dolor en un grado muy elevado, y eso es algo que la vincula en sencillez con la otra santa francesa de finales del siglo XIX, Santa Teresita del Niño Jesús, Santa Teresita de Lisieux.

Sin grandes pretensiones, la biografía detallada y exhaustiva de Laurentin, es excelente. Nos muestra la Bernardita del relato de Lourdes, pero también nos enseña a la pequeña santita que fue en el convento de Nevers. Siembre huyendo de la publicidad, de la gente, de los curiosos, de los interesados. Y la historia me ha impactado.

Bernardita tuvo que repetir su relato cientos y cientos de veces; y la mayoría de las veces forzada ante la visita inesperada de un obispo, de un clérigo, de un jesuíta o de quien fuera. Mucha gente se creía con derecho a interrumpir la vida de esta religiosa para hablar con ella. Desde el principio hubo clérigos que quisieron engañarla para que les cambiara el rosario, por ejemplo, gente sin demasiada sensibilidad que poco menos que la idolatraba en vida. BErnardita huía de todos ellos, y en muchas ocasiones manifestó el hartazgo y el cansancio de haberse convertido en un mono de feria para mucha gente que no comprende, que no siente en los demás, que no empatiza con un alma sensible a Dios. En definitiva, por alguien que no busca a Dios.

Bernardita representa un mensaje de pobreza inigualable. Dios escoge a los más sencillos, a los más pobres. La Virgen escogió a Bernardita porque era la más pobre. Así lo aseguraba ella con los primeros relatos. Vivían en la cárcel cuando se produjeron las apariciones, y nunca deseó una vida que fuera distinta a aquella. Sólo cuando se le hizo insoportable la vida en Lourdes, donde no le dejaban en paz los peregrinos, optó por alejarse de allí en una vida conventual. En Nevers. Lejos del pueblecito que tanto amaba. Siempre enferma y débil físicamente, lejos de su familia, y bajo la incapacidad de hacer muchas de las cosas que los demás podían hacer fácilmente. Sufría desde su incapacidad, y se complacía en la promesa de la Virgen de obtener la felicidad en el otro mundo.

Es paradójico que el dogma de la Inmaculada Concepción, uno de los más sesudos intelectualmente para la teología y los siglos, el que fuera especialmente estudiado y proclamado por el papa Pio IX en 1848 fuera revelado a una niña que ni siquiera había hecho la Primera Comunión. No sabía leer ni escribir, y ni siquiera hablaba francés. La Virgen le habló en patois, el dialecto de la zona, una reliquia del antiguo provenzal del Languedoc que se extinguió pocas décadas después. El dogma se lo regaló la Virgen a una niña analfabeta tras la insistencia de ella para que le diera su nombre. La Virgen sonreía, y Bernardita, que estaba presionada por los de su alrededor, le preguntaba que cuál era su nombre, que quién era. Lo dijo en patois: QUE SOY ERA INMACULADA CONCEPCIOU, traducido Yo soy la Inmaculada Concepción.

La niña memorizó esas palabras hasta soltárselas al cura. Que dice que se llama Inmaculada Concepción; que era tanto como decirle al cura que no era la Virgen. Pues eso. Inocencia hasta las entrañas.

 

1 comentario en “La santidad de los sencillos. Sainte Bernadette y Lourdes.

  1. José Cervera

    Hace unos seis años tuve la ocasión de visitar Lourdes. Mientras caminaba junto a los múltiples grifos donde los peregrinos llenan sus botellas con el agua bendecida del lugar cavilaba lo siguiente. Qué paradoja que en Francia, patria de Descartes y centro del racionalismo europeo, se hayan dado estas apariciones. Igual que in illo tempore se aparecían, quizá, las ninfas u otras deidades a sencillos campesinos, Nuestra Señora decidió mostrarse allí a aquella niña. Precisamente, pienso, para rasgar la grisura de ese racionalismo, mostrar que hay mucho más bajo el sol, y por encima, ponernos en orden, que falta hace… Veo las apariciones en general como guiños de algo que no tiene límites ni forma pero que se acerca a nosotros en la belleza y bondad de la forma para cambiar nuestra mirada para siempre. Un abrazo, Antonio.

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