Estamos ante uno de los grandes escritores del siglo XX. Una mujer, sí. No pongo «grandes escritoras» porque dejo fuera a los varones que compiten con ella en escribir como los ángeles. Pearl escribía muy bien, por supuesto que sí. De los mejores de la narrativa norteamericana y universal.
Pearl fue una señora extraordinaria que obtuvo en el año 1938 el Nobel de Literatura y que escribió algunas de las más bellas páginas de la narrativa contemporánea. Por supuesto, su olvido no es total, porque siempre queda gente amante de las buenas letras que sigue leyendo a Pearl, pero ciertamente no son los más. Incluso entre estos empieza a ser una desconocida. Y es que el tiempo termina borrando a este tipo de autores cuyos derechos de autor ya no existen y que se descargan gratis si se encuentran. Las editoriales apuestan por cosas más actuales – casi siempre de peor calidad – y Pearl se termina reduciendo a ser una escritora cuyos libros se hallan escondidos en las librerías de viejo y de segunda mano. Casi todas las ediciones de las obras de Pearl son del siglo XX. Así que… cuando me escuchen afirmar que nuestra cultura está suicidándose, no me cuenten que no es cierto. Porque olvidar a Pearl es olvidar demasiado.
Su vida tuvo muy poco de convencional, si es que hay vidas convencionales. Pearl era norteamericana, hija de padres misioneros. Pasó casi toda su vida en China, desde los tres meses de edad hasta la edad adulta. Nació en 1892 y murió en 1973, lo que nos da cuenta de los acontecimientos históricos que pudo vivir en Asia, desde el triunfo del Maoismo, hasta la Segunda Guerra Mundial. Hablaba inglés y manchú, y escribió unos 85 libros, muchos de ellos de poesía, narrativa y teatro con el tema de lo oriental en muchos de ellos.
Su novela más conocida por la que le dieron el Nobel es: Viento del este, viento del oeste. Pero yo, guiado por la lectora más avezada en asuntos de Pearl (mi madre), he leído primero y recientemente el titulado en castellano ORGULLO DE CORAZÓN, que en inglés varía algo pues significa algo como «este orgulloso corazón» THIS PROUD HEART. Es del año 38, y es la menos oriental de sus novelas. El título es engañoso, pues podría pensarse que es una novela de amor facilón, un típico subproducto de segunda fila y de otros tiempos donde el amor romántico vendía más porque las mujeres no se tatuaban el culo. No es así, el tema que trata es la creatividad del artista y los sacrificios que impone crear arte, y todo ello contado desde el punto de vista de una mujer.
La historia de ORGULLO DE CORAZÓN es la de una mujer que siente pasión creativa por la escultura y que vive tal pasión olvidando sus obligaciones familiares. Una mujer que vive pasiones amorosas autodestructivas mientras le queda el arte, el construir, el hacer como refugio ante sus equivocaciones. El personaje principal es como Picasso, o como Pearl, son creadores naturales, absolutos y brutales. La pasión por el arte es vivida con tal fuerza que la protagonista olvida su vida convencional, y se ve obligaba a domesticar su afán creativo desaforado. Es el retrato de todos los artistas, de los que no pueden vivir sin hacer, sin escribir, sin pintar, y en el caso de la novela, sin amasar y moldear barro con los dedos, o esculpir granito con el martillo y el cincel. Es el drama del que tiene que crear, y a la vez vivir con los que ama y que son los suyos.
Esta novela es genial desde la primera página. Expresa perfectamente en su primer capítulo todo lo que debe expresar. No sobra ni una coma, y no falta ni una palabra. Se presentan a los personajes, se cuenta de qué va el tema y se inicia la novela con la belleza de una obra aparentemente sencilla pero bien escrita. Más adelante descubrimos que es una novela profunda y sugerente. No es tan solo la vida de una mujer que lucha por romper con el convencionalismo social de su época, que también; ésta es la novela de todo artista, de todo creador que se ve impelido a crear, aún a costa de una felicidad impostada, aparente, regalada y formal.
Las grandes víctimas de la historia son los hijos, su primer marido y ella misma. La vida le obliga a ir siempre corriendo para conseguir lo que otros obtienen de la vida con un aparente menor esfuerzo. En realidad, la construcción de la vida y del entorno de un artista siempre quedan bajo el egoísmo del genio que destruye y destroza la vida que tiene a su alrededor, y eso lo hace en aras de su ingenio y su obra. No siempre sucede así, pero compaginar la tarea creativa con la vida cotidiana no es nada fácil, y la protagonista de esta historia se convierte permanentemente en la víctima y el verdugo de su vida. Eso hace que el libro dé que pensar. Detrás de todo artista, incluidos los escritores, hay siempre un exhibicionista, un egoísta perfecto, una persona sensible dotada de una cualidad especial, pero que suele ser incapaz de atender las sensibilidades ajenas. En el extremo contrario, un artista necesita también comer, necesita relaciones sociales aburridas y divertidas, necesita convivir sin sufrir, y eso obliga a cierta sociabilidad, atención, generosidad… Lograr tal equilibro no está al alcance de todos, pues el arte requiere cierta exclusividad cuando está gestando y dando a luz la vida. Deducimos de inmediato que los escritores, pintores, escultores… no son las personas más fáciles del mundo en la convivencia cotidiana. Aunque luego dé mucho gusto leer, contemplar, examinar su obra.
La frase «detrás de todo gran hombre, hay una gran mujer (y viceversa)» son una gran verdad. Porque la paciencia, la comida caliente, la vida cotidiana, también se labran en el lugar escondido del hogar, que es donde nadie ve al artista, donde se le soporta y se le sufre.
Esta novela, a mi juicio, es un ejemplo de buena literatura. Cuenta con todos los ingredientes de la narrativa norteamericana, y seguro que lo pondrán como ejemplo en la escuela Gothan de Escritores de USA. El único problema de este libro es que está casi olvidado, igual que su autora, la primera mujer norteamericana en obtener el Nobel.