Algo de ti, algo de Camilo Sesto. Homenaje a su música.

Hay una costumbre muy española consistente en denigrar al artista que ha conseguido cierto reconocimiento, y que solo cuando alcanza la estratosfera, nos callamos la boca. Se llama envidia, y es uno de nuestros pecados nacionales, por encima del orgullo y subiendo. En España nos hemos metido con Julio Iglesias, con Almodovar, con Bardem y señora y con Camilo Sesto. Pero cuando mueren sacamos la raza y el orgullo de ver qué grandes somos. Sobre todo en piel ajena.

Camilo Sesto ha sido uno de los más grandes artistas de la segunda mitad del siglo XX en España. Cantautor, compositor e intérprete de muchas de sus canciones, fue el único cantante español en los años 70 que poseía un club de fans nada despreciable, un artista atractivo que arrasaba donde llegaba y que como muchos otros terminó siendo reconocido por los españoles al cabo de muchos años. Murió el pasado 8 de septiembre y todo el mundo ha hablado bien de él. Ya era hora, supongo.

Yo a Camilo lo he escuchado desde que era niño. Estaba en la radio a todas horas, y aunque nunca le compré un maldito disco de vinilo, forma parte de la banda sonora de la infancia y la adolescencia. Cuando Camilo cantaba, la tata que nos atendía en casa se emocionaba. Calla, que esta canción me gusta mucho. Subía el volumen y me tocaba escucharlo. Y eran canciones bellas, bien interpretadas, con un timbre de voz limpio y una entonación algo dulzona. Acompañaban por entonces las orquestas de violines, trompetas y director con batuta. Otros tiempos para la música, desde luego. Escuchar sus canciones era escuchar música popular decían. Pues eso. Viva la música popular.

Luego me arrimé al heavy, el rock y las interminables movidas, las cuáles sustituyeron aquellos sonidos de música melódica. Siempre hay un hueco para todos, o eso pensaba hasta que descubrí a los Beatles. Entonces mi cultura musical cambió y se enfangó hasta el día de hoy con los fab four. Siempre hay un hueco para otros desde luego, y últimamente escucho mucho de lo que me perdí en los años en que se había buena música.

El caso es que Camilo seguía por el mundo y yo también. El astro parecía languidecer, aunque hoy sé que eso nunca terminó de suceder. Se operó y se hizo los retoques que le propusieron sus enemigos. Estirado y acartonado. Se convirtió en el Michael Jackson español. Pero Camilo era mucho más Camilo.

Con los años y el tiempo he ido regresando a los sonidos de mi juventud y adolescencia, y recuperé la música de Camilo, para escucharla ahora que no tengo prisa. Tengo algún disco de sus éxitos, y reconozco que no me caso de escucharlo. Me parece un buen cantante, de lo mejor, y sus canciones son buenas. ¿Por qué todo el mundo había olvidado a Camilo? Ayer estuve escuchando a María Ostiz y reconozco que es extraordinaria. ¿Dónde están estos músicos especiales de ayer?

La primera vez que escuché hablar bien de Camilo Sesto fue no hace mucho, y fue en boca de Marta Sánchez, también una de las mejores cantantes españolas, de las mejores voces femeninas de nuestro país. Camilo ha sido de los mejores, sino el mejor, dijo.

Y me sorprendió, porque no suelen reconocerse los músicos con tanta vehemencia. Marta estuvo extraordinaria. Si esto hubiera sido Estados Unidos, Camilo Sesto habría sido reconocido como el Frank Sinatra patrio. Pero esto es España, y Camilo ha sido considerado por muchos, y durante mucho tiempo, como un galán cantante guaperas de otros tiempos. Y no. Era mucho más. Ha sido mucho más.

Hoy pienso que Camilo ha sido cantautor de algunas de las canciones de amor más bellas y directas de lengua castellana. Se habla de los cantautores como personas que tienen que estar comprometidas con la política o la sociedad. Camilo lo estaba con el amor de las personas, con los sentimientos y con las emociones. Un trabajador nato que compuso cientos de canciones que él mismo interpretó o que cedió para que otros las lucieran. Letras sencillas y directas. Sólidas y eficaces. Cada uno tiene una canción de Camilo preferida en su subconsciente.

Camilo puso voz a Jesucristo Superstar en una interpretación y en el teatro donde alcanzaba notas altas que pocos cantantes pueden llegar sin romperse. Durante mucho tiempo escuché que la voz de Camilo no podía compararse con la del cantante Ian Gillan, vocalista de Deep Purple, que fue el que hizo la interpretación del Superstar en versión inglesa. Pero no termino de estar de acuerdo, y hoy menos que nunca. Camilo arriesga más y da más. Propone con más fuerza la canción, de ahí que la versión española de Jesucristo Superstar estuviera, a mi juicio, más conseguida que la versión inglesa. Teddy Bautista puso el resto, desde luego, aunque haya acabado mal para lo buen artista que fue. Si no hubiera sido Judas… El caso es que aquello fue apoteósico. Fue el inicio de los musicales en la Gran Vía de Madrid. El primero y el más exitoso de aquellos años en los que se aprobaba la Constitución, y Juan Pablo II venía a España al Bernabeu.

Camilo Sesto triunfó con su música y tuvo el mundo a sus pies. Su gran éxito durante los años 70 y 80 lo mantuvieron en lo más alto durante las décadas siguientes. El trasplante de hígado en el 2002 no lo apartaron del mundo de la música, pues siguió componiendo y produciendo a otros artistas. Incansable y gran trabajador de la música, a la que amó con profundidad y respeto, hoy lo sigo escuchando y sigue gustando.

La música de Camilo no ha envejecido, ni mucho menos. Sus interpretaciones son impecables, bien logradas, firmes y sólidas. Su voz no admite réplica. Cualquier versión de otros autores puede estar condenada al fracaso, pues no es fácil el reto de dar vida al vitalismo en plenitud que es lo que él representa en la música melódica.

Recuerdo una de las entrevistas que le hicieron tras «mola mazo», que fue uno de sus últimos éxitos, donde quiso mantenerse junto a un público juvenil. ¿Por qué no siguió? La pregunta de la periodista era, como suele ser en oficio de periodistas, molesta y algo ridícula. Su respuesta, la de nuestro Camilo, fue la de una persona sincera, la que yo interpreto como de un creador que ya está de vuelta.  Fue la respuesta de un artista que sabe que no tiene que demostrar nada porque lo ha conseguido todo en su oficio. Sencillamente, no me apetecía, respondió. Ole, y ole. Hoy me descubro ante tí, Camilo Sesto.

 

 

 

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