LA MEJOR RED SOCIAL: LA RED MADRE.

En la próxima novela, que todavía está en fase de preparación, ando criticando como un poseso la conexión permanente a la que nos obliga la sociedad de consumo virtual, que nos invita a estar todos conectados a una red de juegos, de historias, de comentarios y de ideas. Somos hijos de las redes virtuales y grupales, foros de debate y redes sociales… Esclavitudes nuevas para tiempos nuevos, que diría cualquier filósofo algo atento.

Pero he aquí que el otro día me encontré con una de las redes sociales más impresionantes: la Red Madre, de la que estoy seguro que muchos no han oído hablar. Una red social, que tiene poco que ver con lo virtual, y mucho con lo real.

Red Madre no es una red social al estilo facebock, o tuenti, o twitter, es realmente una red distinta, que hace algo que a nadie se le ha ocurrido. Las redes sociales que han surgido como plagas en los últimos años tienen cierta función social, y se dedican por ejemplo a poner en contacto a personas que hacía tiempo no se saludaban, o sirve para estar conectados por el simple placer de estar juntitos y “all together now”, que dirían los Beatles.

Nos ayudan a hablar poco, pero con mucha expresividad y ardor. La gente en las redes se dedica a colgar curiosidades y rarezas llamativas, chistes, fotos propias y ajenas, recientes y antiguas, se promocionan algunos con su música, y compiten por tener presencia y hacerse visibles junto con el vídeo de unos niños, o unos perritos y gatitos haciendo cositas graciosas. Las redes sociales sirven para convocar a los manifestantes en los días de la primavera árabe, y sirven también para adherirte a tus propias ideas (aún más), y a sentir que somos muchos y los mejores. Los frikis del planeta tierra se encuentran en las redes con sus frikadas, son los cinco zumbados del mundo que aman, por ejemplo, la sopa de ajo deconstruida que comían los de la nave Enterprise en el capítulo cuarto. Y ¡ale hop!, todos a contárselo y a montar un grupo de amigos de la sopa de marras.

Las redes sociales tienen una función más valiosa que el entretenimiento, y es evidente que sirven para promocionar ideas, opiniones, intercambiar cosas de segunda mano, u ofrecer la capacidad laboral de uno en un mundo competitivo como el nuestro. Las redes nos abren un sinfín de oportunidades, a la vez que se las cierran a otros, pues no hay yin sin yang. Las redes sociales cibernéticas se multiplican como hongos en otoño, bastando la leve lluvia de la soledad. Y ese es el terrible drama que esconden.

Podemos estar rodeados de gente en una fiesta, y recibir la foto de otra fiesta en la que no estamos. Estamos aislados en medio de la pista sin hablar con nadie, y como necesitamos sentirnos, y sentir que los otros están, pues nos vamos de cabeza a las redes sociales, para expresar lo que no podemos hacer en el presente. Las redes sociales tienen algo de redes de solitarios, nos manifestamos desde la soledad buscando que alguien desde la lejanía nos diga que le gusta, o que te lo retwitteo. Más de la mitad de la población no recurre a ellas, sencillamente porque lo necesitan, y se encuentran a gusto con las relaciones sociales que tienen, las reales y las que mantienen.

Se necesita tiempo libre para dedicarse a las redes sociales, leer lo que otros nos cuentan y poder estar en varios sitios a la vez, diciendo algo importante; por eso el tiempo no sobra a los que están embebidos en la vida real, ni a los que están entretenidos con los amigos de carne y hueso. Los que pueden tocar, besar y abrazar, con los que se puede llorar y ofrecer un hombro para escuchar. Las redes sociales nos cuentan que estoy mosqueado porque esta semana ha llovido, o porque Brasil puede ganar el mundial sin merecerlo en el campo. Podemos sugerir mil y una historias. Podemos decir que estamos solos porque nos ha dejado alguien importante, y en lugar de llorar en el silencio de la intimidad, preferimos no quedar con nosotros mismos para dedicarnos un tiempo de silencio y soledad sin que nadie nos perturbe.

Me ha dejado y le quería, dice una chica en la red. No se lo cuentes a nadie que no puedas abrazar en ese instante, te sugiero yo.

Por eso la Red Madre es fantástica. Porque abraza a la gente que lo necesita. Porque se encuentra cara a cara con madres que van a serlo o lo son, y que necesitan algo más que un “me gusta” en internet. Yo lo descubrí el otro día. Tenemos muchas cosas de mis hijas pequeñas, cachivaches que no nos sirven, la silla roja, el cuco, el grupo cero (que es la silla del coche), canastillas y toquillas de anchos y largos diversos. Todas para bebés, para niños que no han cumplido los dos años. Buscamos la asociación por oídas, y me encontré con un oasis de amor y solidaridad de la buena. En la Red Madre se dedican a cuidar y atender a las mujeres embarazadas, a las madres que lo necesitan, y son muchas, muchísimas. Escuchan y ofrecen, abrazan y sostienen. No basta con dar dinero, que también, no basta con ofrecer la solidaridad por internet, hay que tocar a las personas para ver sus circunstancias y poder empatizar y sentir con ella, y la Red Madre lo hace magníficamente bien.

El programa estrella  de esta Red real es ayudar a las chicas que están ante la duda de si abortar o no. es una de las muchas cosas que hacen, y no es, en mi opinión la menos importante. La Red Madre ayuda a las madres a que sean madres, a que descubran el valor de la vida que llevan dentro, y ayuda también a que puedan llegar a fin de mes con los pañales de los críos, o con la leche de continuación, o con los cereales y sus inefables biberones.

Cualquier red que ofrezca que no nos caigamos es buena y adecuada, pero una red que ayuda a que una madre embarazada no se desespere por el abandono o la soledad, es un bien que debería ser protegido por las autoridades, e imitado por sus ciudadanos. Es un soplo de aire fresco en medio de una sociedad que además de competir, es capaz de ayudar mirándose a los ojos. Ojos reales, no virtuales.

 

2 comentarios en “LA MEJOR RED SOCIAL: LA RED MADRE.

  1. José Cervera

    Gracias por compartir lo de esta red social, no tenía ni idea de su existencia. Por suerte siguen quedando personas, y redes, auténticas (no virtuales) que nos dan una lección a más de uno. Un saludo Antonio.

    (Aunque no venga a cuento, yo también veo venir que Brasil va a ganar el mundial sin jugar un peo)

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